El presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower aprobó el 17 de marzo de 1960 el “Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”, fundamentado en operaciones terroristas, subversivas, infiltraciones y agresiones armadas, junto a medidas como el bloqueo económico, comercial y financiero, intentos de aislamiento político y sanciones diplomáticas.
Había algo en las fotografías de Frank País que me recordaba a Antonio Guiteras. No hay en ellas signo de ansiedad, es la mirada impresionantemente serena, tranquila, en un hombre que sabe en lo que hace le va la vida. Es lo que Pablo de la Torriente llama en Guiteras “aquella decisión callada” y que también está en la imagen de Fidel ante el cuadro de Martí después del asalto al Moncada.
Después supe que por la misma fecha en que Fidel preparaba el asalto al Moncada, en mayo de 1953, Frank, junto a varios de quienes lo acompañaron en la lucha revolucionaria y con apenas 18 años, fundó una organización para combatir contra la dictadura batistiana llamada precisamente “Decisión Guiteras”.
No basta con hacer el inventario de los problemas de la economía que tenemos que resolver. Esos se discuten todos los días, en la calle, en los medios, en las redes sociales, y en cualquier espacio: los precios, los salarios, el abastecimiento, el cambio real de la moneda, los actores económicos, el balance entre sector estatal y no estatal, la economía informal, la factibilidad de la planificación, el margen de autonomía de las empresas, la dinámica de respuesta de los organismos estatales, el balance entre control y crecimiento, los cambios que se deben hacer, los modelos económicos a estudiar y un largo etcétera.
Son temas vitales, pero por muy importantes que sean (y lo son) no podemos nunca olvidar que a todos ellos los atraviesa un tema mayor, que es el del consenso en el sistema de valores con el que tenemos que analizar y resolver los problemas de hoy.
De manera irónica lo decía así Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia: “La economía no es una ciencia. En el mejor de los casos, es una especie de ideología con ecuaciones”.
Ciertamente, no es tan así como lo dijo Varoufakis, y la economía contiene conocimiento científico, en el sentido de regularidades y reglas que se extraen de los datos empíricos del mundo real, pero también es cierto que la manera en que se interpretan esas regularidades y la manera en que se utilizan para tomar decisiones tienen raíces en los valores éticos que guían la sociedad humana en la que ocurren los debates económicos. No ocurren en un vacío político, como pudiera ser el caso cuando los físicos debaten sobre la ley de la gravedad o las partículas elementales.
Por eso, nuestra primera y gran tarea es reforzar el consenso social sobre “a dónde queremos ir” con los cambios necesarios en la economía.
Queremos una economía que, sin aislarnos del mundo (“injértese en nuestras repúblicas el mundo”… dijo Martí) refuerce la soberanía nacional, porque sin ella no podremos hacer nada eficaz para defender nuestros valores.
Queremos una economía que sustente y desarrolle la justicia social, porque sin ella ni siquiera la existencia de la nación tendría sentido.
Queremos una economía solidaria, sin excluidos ni desamparados.
Queremos una economía que valorice la espiritualidad de la cultura cubana y la universalidad de la educación, porque sin ello caeríamos en el “agujero negro” del consumismo y la banalidad. Queremos una economía de alta tecnología, porque es la manera en que el conocimiento conecta con la producción y los servicios y le aporta valor agregado a lo que exportamos, y porque transitamos a una estructura demográfica que exige productividad con trabajadores de mayor edad, y también de mayor educación.
Queremos una economía cuyas palancas fundamentales estén en manos del Estado, como representante del poder del pueblo, pues sin una economía dirigida conscientemente y estratégicamente en beneficio de todos, la democracia sería algo vacío de contenido.
No malgastemos esfuerzos y palabras buscando sinónimos, todo eso se llama socialismo. Y el pueblo lo sabe.
Recuerdo un incidente en un debate sobre la economía cotidiana en un parque de Santiago de Cuba, donde las críticas a errores, insuficiencias y lentitudes (reales) fueron derivando por uno de los participantes en críticas a la Revolución misma, lo cual hizo saltar a los otros y decir en tono muy santiaguero algo así como: “Qué va, compay… ¿qué basura está diciendo?… a la Revolución no se le toca”. El pueblo sabe dónde está el límite entre la crítica justa y necesaria, y la erosión de los valores.
¿Cómo ir?
Dicho todo esto, y a partir del consenso sobre a dónde queremos ir con la economía, hay que hablar también sobre cómo llegamos ahí, y entonces caemos en los temas técnicos, en los aspectos concretos de los cambios que hay que hacer, pues no hacer los cambios necesarios, con la dinámica necesaria, puede poner en riesgo, por otro camino, los mismos valores que defendemos.
Desde el inicio de las transformaciones económicas revolucionarias en los años sesenta, han transcurrido otros 60 años. Y en ese intervalo el mundo cambió.
Las relaciones de producción son dependientes del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Carlos Marx descubrió esa ley hace más de 100 años.
En los años sesenta estábamos todavía en la llamada “segunda revolución industrial” (producción en masa, cadenas de montaje, estandarización de productos, energías fósiles, electrificación). Todavía no se había construido la primera computadora personal, ni mucho menos las redes e internet, cuya expansión condujo a la tercera revolución industrial.
Y ahora entramos en la era de la Cuarta Revolución Industrial: inteligencia artificial, procesamiento masivo de datos, robótica, biotecnologías, nanotecnologías, manufactura aditiva, nuevos materiales, energía inteligente, sensores en las máquinas, fábricas inteligentes, etc.
Cuando en el párrafo anterior usamos la primera persona del plural para decir “entramos”, ello significa que no basta con que las transformaciones de nuestras relaciones de producción tengan en cuenta el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas dentro de nuestro país. Nuestro sistema de dirección de la economía tiene que estar influido por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en el mundo. Y ello es así, no por una aspiración banal de modernidad o vanidad científica, sino porque en paralelo con el cambio tecnológico de los últimos 60 años se ha desplegado un alto grado de globalización de la economía, que hace imposible el desarrollo de un país sin un alto nivel de conexión de su economía con la economía mundial.
Las empresas del siglo XXI nacen, se desarrollan y mueren a una dinámica superior a las del siglo XX. Las empresas del siglo XXI cambian permanentemente sus productos y servicios, a tono con el desarrollo tecnológico y la evolución de la demanda.
En esas empresas, la creatividad de los trabajadores (no solo la disciplina laboral y tecnológica) es el principal determinante de la productividad. Allí los procesos productivos y de desarrollo de nuevos productos y servicios no ocurren solamente intramuros, sino que se completan frecuentemente por cadenas productivas y asociaciones con otros actores, dentro y fuera del país; asociaciones que involucran a cada vez más actores del sector presupuestado, tales como universidades e instituciones científicas. La economía del siglo XXI conecta directamente la ciencia con la producción y borra las fronteras operacionales entre el sector empresarial y el sector presupuestado.
Esa economía de alta tecnología, basada en la ciencia y la innovación, se acomoda mal a los esquemas de dirección vertical, estandarización de procedimientos y planificación material de corto plazo, que son un producto de la segunda revolución industrial de mediados del siglo XX.
Esos procedimientos nunca fueron “un error”, funcionaron bien para aquel nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. El error sería pretender aplicarlos a la economía del siglo XXI.
El desarrollo científico y técnico no genera automáticamente desarrollo económico si no está acompañado de innovación gerencial. Esa creatividad en las formas de gestión tiene que ayudarnos a remover cuatro obstáculos hoy visibles en nuestro camino:
1. La insuficiente dinámica del proceso de creación de nuevas empresas de base tecnológica. 2. La limitación de los dispositivos de protección financiera durante la etapa de maduración de nuevas empresas. 3. La gestión de pequeñas y medianas empresas estatales y su operación en igualdad de condiciones con los actores no estatales. 4. La capacidad de inserción internacional de las empresas, entendiendo que inserción internacional es mucho más que comercio exterior.
Y todo esto hay que hacerlo desde la propiedad socialista de todo el pueblo, que según la Constitución incluye (Articulo 24) los “bienes de carácter estratégico para el desarrollo económico y social del país”. La propiedad y la gestión
Formas de propiedad y formas de gestión son dos cosas bien diferentes.
Tenemos que innovar, y mucho, en las formas de gestión de nuestras empresas, para hacerlas cada vez más eficaces como protagonistas del desarrollo en el escenario económico y tecnológico del siglo XXI. Eso es lo que significa saber “cómo ir”.
Pero, al mismo tiempo, tenemos que defender con firmeza la propiedad estatal socialista de todo el pueblo, para llegar a la economía próspera, sostenible, solidaria y de justicia social que queremos. Eso es lo que significa saber “a dónde ir”.
Obviamente, no todos los sectores avanzan a igual ritmo hacia una economía basada directamente en la ciencia y la innovación, ni todos tienen el mismo punto de partida. Hay que contar con esa heterogeneidad.
Pero, por esa misma inevitable heterogeneidad, es que los sectores y empresas más cercanos a las tecnologías de la cuarta revolución industrial (que los tenemos), aunque no sean aún los de mayor peso en nuestra economía, están llamados a convertirse no solamente en fuentes de innovación en sus tecnologías específicas (software, electrónica, comunicaciones, automatización, robótica, biotecnología, y otros), sino tambien en polígonos de ensayo para nuevas formas de gestión que puedan después ir derramándose hacia otros sectores.
No hay recetas ni “manuales” (ni debe haberlos), pero hay mucho consenso en los valores de la sociedad que queremos construir, y mucha voluntad de hacerlo. Encontraremos los caminos.
El primer secretario del Partido y presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, habla ante la sociedad civil excluida de la IX Cumbre de las Américas. Foto: Estudios Revolución.
Es un video de hace muchos años: tres hombres en pantalla gritan consignas a favor del proceso revolucionario cubano. Uno de ellos, enardecido, exclama: “¡Abajo el imperialismo!”; luego: “¡Abajo la contrarrevolución!”. Toma entonces fuerzas para cerrar con broche de oro: “¡Abajo los derechos humanos!”.
Necesitamos empresas estatales: Grandes y pequeñas. Por: Agustín Lage Dávila
La presencia de empresas líderes en el suministro de maquinarias, tecnologías, envases, embalajes y materias primas alimenticias de más de 15 países en la tercera edición de la Feria Internacional Cuba Alimentos 2022. Foto: PL
Los debates de hoy sobre nuestra economía giran en torno a una enorme variedad de temas particulares y de decisiones reales o posibles, y todos se pueden ver desde una perspectiva de corto plazo (las consecuencias inmediatas y locales de cada decisión) o desde una perspectiva a mediano plazo (hacia donde nos lleva la acumulación de decisiones de uno u otro tipo).
Niños, adolescentes y jóvenes celebran hoy los 60 años de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y los 61 de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM). En lugares al aire libre e instalaciones recreativas del territorio nacional se han realizado actividades culturales, conciertos, eventos deportivos, excursiones y acampadas, con muestras del talento joven que se forma en la Brigada de Instructores de Arte José Martí, vinculada a la UJC y la OPJM.
Vecinos de areas cercanas al malecón habanero tomaron las calles para defender nuestra Revolución ante las provocaciones de ciertos grupos contrarrevoluionarios que trataron de incitar el caos y la desobediencia civil en medio de la situación que enfrenta Cuba con la Covid 19.
No por azar se escogió el 20 de octubre como Día de la Cultura Cubana. Recuerdo con cuánto orgullo Armando Hart reiteraba la trascendencia de que la fecha en que se entonó por primera vez el Himno de Bayamo sirviera para rendir homenaje a los hombres y mujeres que protagonizan la vida cultural del país. Se había sintetizado así, de modo inmejorable –decía Hart–, la identificación orgánica entre nuestros creadores y los ideales patrióticos, antiesclavistas y anticoloniales de 1868, enriquecidos luego por Martí, Mella, Guiteras, Fidel.
La Revolución triunfante en 1959 recibió un apoyo entusiasta de la abrumadora mayoría de los artistas y escritores cubanos. Muchos, incluso, que vivían en el extranjero, regresaron a la Isla para sumarse a la edificación de un mundo nuevo.
Aunque la agresividad de EE.UU. empezó muy tempranamente, a través de presiones y amenazas, atentados, bombas, financiamiento de bandas armadas y una feroz campaña mediática, el gobierno revolucionario no descuidó la promoción de la cultura: fundó el Icaic, la Casa de las Américas, la Imprenta Nacional y la primera escuela de instructores de arte, y llevó adelante la Campaña de Alfabetización. Seguir leyendo →
Sueñan los enemigos de la patria y sus aliados internos con el derrumbe de la Revolución y la destrucción del socialismo en Cuba. Después de múltiples y bochornosos fracasos en este empeño y sin aprender de ellos, desde hace un tiempo intentan conseguir su objetivo mediante una revolución de colores, al estilo de las que fomentaron en los países de Europa del Este o de la llamada primavera árabe.
Cometen el error de obviar las diferencias de condiciones internas, de surgimiento y desarrollo de los procesos históricos que llevaron al poder a los que a ellos les molestan, así como las características y prestigio de los líderes que los dirigieron.
En este contexto, como parte de los planes de las diferentes administraciones norteamericanas de crear las condiciones para el desarrollo de una de estas “revoluciones”; han estado los intentos de posicionar dentro de la escena política cubana, a los que denominan “líderes emergentes”. Para ello le han tratado de construir a determinados fantoches una imagen de “revolucionarios” inconformes y de “defensores” del pueblo que habitualmente señalan supuestos errores de la dirección del país y la acusan de violadora de los derechos ciudadanos. Ejemplos sobran. El del becario de Columbia es uno de ellos. Seguir leyendo →
Nació un día como hoy 6 de junio de 1961 en Cali. Ospina ostenta la llave de la Ciudad de Guantánamo. Durante la entrevista de apenas 20 minutos, abordamos los temas de relaciones Cuba-Estados Unidos, La era de Trump, el ejemplo de los médicos cubanos que por el mundo salvan vidas, no sólo en su país, sino en todo el planeta. Durante el ameno diálogo con el colega sobresalió su amor incondicional al pueblo cubano y su revolución. Seguir leyendo →