El Maceo inmortal de los cubanos
Maceo es bronce, es el titán, pero, sobre todo, Maceo es vida, es pasión, patriotismo, cubanía…
Por: Narciso Amador Fernández Ramírez
En el ideario del cubano, Antonio Maceo es sinónimo de hombría, de valor temerario, del patriota del «no nos entendemos» en la Protesta de Baraguá; de aquel extraordinario guerrero, que al decir de José Martí tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo y del héroe insuperable de mil batallas y más de 22 heridas en su cuerpo de gigante.
Al caer en San Pedro de Punta Brava, el 7 de diciembre de 1896, Cuba perdía a su combatiente más insigne. Moría el Lugarteniente general Antonio de la Caridad Maceo Grajales, el hijo de Mariana y de Marcos, cuando estaba en el cénit de la gloria y la famosa campaña invasora protagonizada por él y por el Generalísimo Máximo Gómez, estaba considerada como la proeza militar de la centuria decimonónica.
«Esto va bien», fueron sus últimas palabras antes de caer exánime y junto a él, por voluntad propia, moría su ayudante, el capitán Francisco Gómez Toro, Panchito, el hijo del Viejo Gómez y su ahijado. Aquel que había nacido con el pie derecho varo, pero al decir del propio Maceo, eso no importaba, pues no era el de montar a caballo.