
Esta vez fracasó pero pudo no fracasar. Solo el nerviosismo o la impericia en el manejo de armas de fuego pueden explicar que Fernando Andrés Sabag, el hombre que intentó matar con su pistola desde centímetros de distancia a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, fallase al gatillar dos veces su pistola.
No se le encasquilló sino que no había llegado a poner una bala en la recámara, sin lo cual la pistola no funciona aunque se la gatille, a diferencia de un revólver.