
Con mi #Cuba, no.
Más allá de cualquier ideología o credo, lo que nos propone con su reciente entrega quien se promueve como el rey de la música urbana es un patético espectáculo, carente de valores culturales y diseñado para gustar en los circuitos floridanos.
El alma de Cuba ha sido ultrajada. Una vez más, un material audiovisual denigra sus más puras esencias: símbolos patrios, héroes, heroínas y representantes de la cultura. En poco más de 5 minutos, el irrespeto, falta de dignidad y de civismo conducen una narrativa lacerante a lo más sagrado de una nación.
Me refiero a De Cuba soy, la más reciente propuesta de Roberto Hidalgo Puentes, Yomil para los escenarios y un poco más allá, y presentada en YouTube bajo la dirección de Yimit Ramírez. Imágenes animadas, al ritmo de los compases del trapton —mezcla de trap, dembow y otros sonidos de la música cubana, que a juicio del propio Yomil es ese su sello musical— nos presentan, entre otros, a José Martí, Calos Manuel de Céspedes, Julio A. Mella, Mariana Grajales, Camilo Cienfuegos, Dulce María Loynaz, Benny Moré, Ernesto Lecuona y Nicolás Guillén con un discurso en sus labios totalmente divorciado al de cualquier ser humano que ha trascendido por una obra y pensamiento basado en el bien común.