¿Libertad de prensa?: Los grandes medios, instrumentos de manipulación. Por: Fidel Castro Ruz

Ellos, que tanto hablan de “lavado de cerebro”, lo tallan y lo lavan de forma tal que privan al ser humano de su mayor tesoro: la capacidad de pensar.

Cuando surgieron, los medios de difusión masiva se apoderaron de las mentes y gobernaban no sólo sobre la base de mentiras, sino de reflejos condicionados. No es lo mismo una mentira que un reflejo condicionado. La mentira afecta el conocimiento; el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar. Y no es lo mismo estar desinformado que haber perdido la capacidad de pensar, porque en tu mente predominen los reflejos: “el socialismo es malo, el socialismo es malo, te quita la patria potestad, te quita la casa, te quita la mujer.” Y todos los ignorantes, todos los analfabetos, todos los pobres, todos los explotados repitiendo: “El socialismo es malo, el socialismo es malo.” Así se enseña a hablar a los loros, a bailar a los osos e inclinarse respetuosos a los leones.

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José Martí y Fidel Castro ante el desafío de la Roma Americana. Por: Elier Ramírez Cañedo

Fidel en la Plaza de la Revolución Jose Martí. Foto: Archivo de Juventud Rebelde.

Sin duda, Fidel Castro ha sido el más aventajado discípulo de las ideas y la praxis revolucionaria de José Martí.

No fue pura coincidencia histórica, sino que el líder de la Revolución Cubana asumió el ideario martiano de manera consciente y entregada.

Así lo ratificó en 1985 en sus conversaciones con Frei Betto: “Yo, antes de ser comunista utópico o marxista, soy martiano; lo voy siendo desde el bachillerato: no debo olvidar la atracción enorme del pensamiento de Martí sobre todos nosotros, la admiración por Martí”.

En marzo de 1949, cuando marines yanquis profanaron la estatua del Héroe Nacional en el habanero Parque Central, Fidel fue uno de los que encabezó la airada protesta frente a la embajada de Estados Unidos; en 1953, declararía a Martí como el autor intelectual de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes; durante su alegato de autodefensa conocido como la Historia me absolverá denunció como le habían impedido consultar las obras de Martí, pero que no importaba, pues traía en “el corazón las doctrinas del maestro”, el primer frente en la Sierra Maestra, dirigido por Fidel, ostentaría el nombre de José Martí. Estas son apenas algunas pinceladas que ilustran la hondísima vocación martiana de Fidel, algo que parecía genético. Hoy el líder de la Revolución descansa para siempre junto al Apóstol en el Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, en una piedra que alude a la conocida frase martiana que Fidel convirtió en una de las máximas fundamentales de su existencia: “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

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Fidel, la Revolución Cubana y el antiimperialismo. Por: Atilio Borón

Sería imprudente, a más de improductivo políticamente, aventurar una fecha en la cual se produjo el nacimiento del antiimperialismo en Latinoamérica y el Caribe. Las rebeliones en contra del dominio colonial español y portugués -y en parte también inglés y francés en el mundo caribeño-  alentaron desde el terreno de la práctica la reflexión en torno al precursor o, como creo que diría Marx, “la forma antediluviana” del imperialismo: el colonialismo.

La magnífica obra de Roberto Fernández Retamar Pensamiento de Nuestra América. Autorreflexiones y propuestas documenta las múltiples facetas de este secular florecimiento del pensamiento anticolonial y libertario en Latinoamérica y el Caribe.[1] La inesperada y por eso extraordinaria irrupción de la isla de Saint Domingue en la “historia universal” cuando un pueblo esclavo, hijo del infame tráfico negrero,  y sometido al dominio colonial francés se rebela y, también un 1º de enero (pero de 1804),  derrota a  sus opresores estimuló la imaginación y el fervor anticolonialista de todo un continente. Pese a la lentitud de la comunicaciones la hazaña haitiana, agigantada  cuando se supo de la humillación que aquellos inesperados “Jacobinos negros” ( tal como  C. L. R. James los caracterizara  en su clásica obra) que estaban “fuera de la historia” concebida con categorías eurocéntricas infligieron nada menos que al poderoso ejército de Napoleón. Para aplastar la sedición en curso desde comienzos del siglo diecinueve (liderada por el ex esclavo Toussaint Louverture) Napoleón despachó a la isla una flota con más de treinta mil  efectivos. Confiaba en que las tropas de la Grande Armée, que habían apabullado a los ejércitos de Austria, Rusia, Prusia y otras potencias europeas,  ahogarían en sangre a los antiguos esclavos que, embriagados por el ansia de libertad que flotaba en el aire se tomaron al pie de la letra la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano emitida por la Revolución Francesa. Pronto cayeron en la cuenta que ésta no los incluía en la categoría de “hombres” y que aquellos derechos no habían sido pensado para ellos sino para los europeos y sus vástagos del otro lado del Atlántico, no para los esclavos ni para los pueblos originarios. Pero igual dieron la pelea y la infligieron una derrota humillante a la armada imperial.

Testigo atento de esta hazaña, Simón Bolívar acompañó su formidable campaña militar con una profusa cantidad de escritos de diverso tipo en donde planteó con sorprendente clarividencia, la necesidad de una estrategia continental para derrotar a las potencias colonialistas de la época. Sus diagnósticos y propuestas constituyen un riquísimo acervo, imprescindible como fuente de inspiración para las luchas antiimperialistas de nuestro tiempo. A riesgo de apresurarme no puedo dejar de decir que sin cargar en nuestra mochila las obras de Bolívar,  Martí, y la plétora de grandes pensadores anticolonialistas del siglo diecinueve la lucha antiimperialista de nuestros días difícilmente pueda encontrar el rumbo correcto.

Es cierto que a finales del siglo diecinueve Marx y Engels y, a comienzos del siglo veinte, Lenin, Rosa, Bujarin y Hilferding ya habían interpretado los cambios que se estaban operando en el seno de las economías capitalistas. Pero sería la guerra de liberación que Cuba victoriosamente libraría contra España y que los historiadores colonizados pasarían a llamar “Guerra hispano-estadounidense” la que desde sus albores marcaría el nacimiento de un vigoroso sentimiento antiimperialista, en correspondencia con los primeros pasos de la expansión imperial de Estados Unidos. Sabemos que la victoria del ejército Mambí sobre la Corona española fue robada por Estados Unidos, dando muestras una vez más de su incurable rapacidad. Por eso no sorprende que haya sido nada menos que José Martí quien expresara, con inigualable contundencia, la importancia de la lucha antiimperialista como condición necesaria de cualquier proyecto emancipatorio de Nuestra América. Fue el Apóstol, el dueño de un conocimiento práctico del imperialismo que otros, llámense Marx, Engels, Rosa, Lenin sólo llegaron a conocer teóricamente desde afuera y desde lejos. Martí, en cambio, vivió como él mismo dijo “en las entrañas del monstruo” y supo desentrañar no sólo la naturaleza económica del imperialismo, de la “Roma Americana”, sino también sus dimensiones políticas y culturales. Por eso sus enseñanzas sobre el imperio, sus proyectos, sus estratagemas conservan una frescura tal que pareciera que sus escritos los hubiera terminado apenas ayer. Y tenía razón Fidel cuando dijo que el Apóstol había sido el autor intelectual del Asalto al Moncada y, por extensión,  el inspirador fundamental e imprescindible de la Revolución Cubana.

No por causa del azar los textos políticos de Martí han sido escamoteados ante la vista del gran público durante mucho tiempo.  Nuestra América se publicó por primera vez el 1º de enero de 1891 en Nueva York y el 30 de ese mes en un periódico mexicano: El Partido Liberal.  Que yo sepa casi no circula por el resto de Latinoamérica, con la mencionada excepción de México. No es un dato menor que nada menos que José Carlos Mariátegui apenas publicara un artículo sobre Martí en Amauta, la revista que dirigió durante cuatro años. Esto pese a la notable afinidad de pensamiento entre ambos autores y al paralelismo entre sus cortas vidas. En Argentina el diario La Nación publicaba regularmente los despachos del cubano desde Estados Unidos, pero nunca los compiló y publicó como libro. Mejor suerte tuvo en esos años Martí en Estados Unidos, donde un apasionado lector de su obra, Mark Twain, quien poco después de consumada la captura de Cuba en 1898 fundaría en Boston la Liga Antiimperialista de los Estados Unidos y que durante más de veinte años sería un baluarte en el combate ideológico contra el naciente imperio americano abrevando regularmente en el manantial martiano. Volviendo a nuestros países sólo con el triunfo de la Revolución Cubana comienza a difundirse la obra de Martí por Latinoamérica y el Caribe y a instalarse en el imaginario popular la idea de que el imperialismo es un enemigo irreconciliable e implacable de nuestros pueblos.

Podría decirse que con la caída en combate  de Martí, en 1895, la principal expresión del pensamiento antiimperialista latinoamericano entra en un cono de sombras. Hubo empero algunos pocos pensadores nuestroamericanos que levantaron, a su modo y a contracorriente, las banderas martianas.

Pensemos en Manuel Ugarte,  quien acuñaría el  término “la Patria Grande” y que con su gira internacional por Centro y Sudamérica (1912-1912)  atizaría fuertemente las llamas del antiimperialismo entre los jóvenes de la región. O en Deodoro Roca y los líderes del movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba 1918 (“¡reforma, laicismo, atrás imperialismo!” era uno de sus cantos de guerra en las refriegas callejeras de la época); el “arielismo” del uruguayo  José Enrique Rodó; José Vasconcelos y su “Raza Cósmica”, coetánea de “El Antiimperialismo y el APRA” de Víctor Raúl Haya, antes de que éste experimentara su ignominiosa capitulación teórica y política. No podemos olvidar al gran José Carlos Mariátegui en este breve recuento o al antiimperialista norteamericano Waldo Frank, tan admirado por el amauta.  Pero tomando en cuenta estos antecedentes el salto más significativo se produjo como consecuencia de un hecho práctico más que como producto de una creación intelectual: fue  el triunfo de la Revolución Cubana, y la verificación  concreta, de lo que nuestros pueblos podían esperar de Washington si quisieran que sus sueños de autodeterminación y liberación nacional, justicia social y genuina democracia fuesen llevados a la práctica lo que avivó las llamas del antiimperialismo en toda la región. Triunfante la Revolución, Fidel comienza a desplegar una didáctica de masas que fue creciendo al ritmo de las agresiones imperialistas en contra de la Isla rebelde y todos los gobiernos reformistas o de izquierda que iban asomando en la región.  Con su inigualable claridad argumentativa, sus formidables dotes de orador, su excepcional inteligencia y su privilegiada memoria (capaz de abrumar a cualquier contendor con un torrente de datos e informaciones concretas ante las cuales éste quedaba completamente desarmado) Fidel instaló definitivamente el tema del imperialismo en el debate público latinoamericano.

No fue un proceso sencillo porque aún en sectores de la izquierda, y en plena Guerra Fría, apelar a esa categoría: “antiimperialismo”, aparecía como un endoso sin calificaciones de la experiencia soviética, meticulosamente satanizada como estalinismo. Pero las continuas intervenciones militares (o de otro tipo) de los Estados Unidos en la región; su auspicio a numerosos golpes de estado y matanzas populares, la invasión de Playa Girón y al año siguiente la Crisis de los Misiles, el descarado apoyo al golpe brasileño en 1964 y la  invasión a la República Dominicana en1965 unida a la repulsa mundial provocada por la agresión a Vietnam crearon el clima ideológico para que la prédica de Fidel, y luego del Che, terminaran por instalar definitivamente la problemática del imperialismo, y la necesidad del antiimperialismo, en la región. No fue algo que ocurrió de la noche a la mañana, porque los mecanismos de defensa ideológicos de las sociedades capitalistas reaccionan temprana y contundentemente ante la irrupción de cualquier discurso o simple consigna que cuestione el orden social existente. Pero el vil asesinato del Che en Bolivia y el golpe en contra de Salvador Allende en Chile barrieron con las últimas defensas que el pensamiento oficial había erigido y el “antiimperialismo” se convirtió en un componente insoslayable de cualquier discurso mínimamente crítico sobre las injustas y dependientes sociedades latinoamericanas. Queda, por supuesto, un segmento de la sociedad completamente ganado por la propaganda del imperio, irreductible e impermeable a cualquier interpelación antiimperialista y masa de maniobra de cualquier proyecto conservador o fascista que aparezca en la región. Pero el cambio en el discurso político latinocaribeño ha sido notable, y en buena medida se lo debemos a Fidel y la Revolución Cubana, ese faro cuyas luces nunca se apagan y que en medio de las más terribles borrascas sigue iluminando la senda por donde habrá de transcurrir la liberación de nuestros pueblos.

Cito, para finalizar, unas  breves palabras del Comandante cargadas de potencia educativa cuando, el 1º de enero de 1961,  dijo textualmente:  “La Revolución cubana tenía que chocar, necesariamente, con el imperio poderoso. ¿Hay algún ingenuo en este mundo que se crea que se podía hacer una reforma agraria, privar de la tierra a las grandes compañías imperialistas sin chocar con el imperialismo? ¿Había algún ingenuo en este mundo que creyera que se podían nacionalizar los servicios públicos sin chocar con el imperialismo? ¿Había algún ingenuo que creyera que se podía aspirar a tener una economía independiente y una vida política independiente sin chocar con el imperialismo?” Palabras más sabias y me atrevería a decir más oportunas hoy que ayer si se comprueban los innumerables obstáculos, presiones y chantajes de todo tipo ejercidos por Washington y que hoy abruman y condicionan los muy moderados procesos progresistas latinoamericanos. El “choque” con el imperialismo, para seguir con la metáfora de Fidel, ya no opera como antes sino que recurre e nuevos dispositivos: el terrorismo mediático, el lawfare, las condicionalidades del FMI, la satanización de los liderazgos progresistas o de izquierda, la proscripción política y los golpes de mercado.  Pero el conflicto persiste y es insoluble. Por eso sin un antiimperialismo militante y sin la unidad preconizada desde los tiempos de Bolívar y Martí no habrá proceso de liberación que triunfe en nuestras tierras.

(Tomado de Cuba en Resumen)

Trabajemos por un ALBA más unida de solidaridad y dignidad. Por: Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la Sesión Extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en ocasión del aniversario 18 de la fundación del ALBA-TCP, en el Palacio de Convenciones, el 14 de diciembre de 2022, “Año 64 de la Revolución”.

Díaz-Canel reiteró el apoyo al presidente Nicolás Maduro Moros y a la unión cívico militar que lidera. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)

Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana;

Querido compañero Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular;

Estimados hermanos Nicolás Maduro Moros, Comandante Daniel Ortega Saavedra y Luis Arce Catacora, líderes de la resistencia heroica de Nuestra América;

Estimados primeros ministros Ralph Gonsalves y Dickon Mitchell, me complace mucho que estén aquí apenas unos días después de que nos dispensaran inolvidables estancias en sus países;

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Fidelidades. Por: Luis A. Montero Cabrera

Estudiantes de la Universidad de La Habana el sábado 26 de noviembre de 2016. Foto: Andy Jorge Blanco/ Cubadebate.

Los científicos naturales solemos también enfrentarnos a un “natural” debate interno entre las cosas a las que les damos fe y aquellas que sometemos al implacable escrutinio de las evidencias avaladas por terceros. Es la monumental interacción dialéctica entre la ciencia y las creencias.

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Fidel Castro y su ideal de integración para América Latina. Tomado de Al Mayadeen en Español

INEDIT: Preşedintele cubanez Fidel Castro a fost editorul "neoficial" al  lui Gabriel García Márquez | Observatornews.ro

¿Qué es la historia de Cuba si no la historia de América Latina?  ¿Y qué es la historia de América Latina si no la historia de Asia, África y Oceanía?  ¿Y qué es la historia de todos estos pueblos si no la historia de la explotación más despiadada y cruel del imperialismo en el mundo entero?”. Estas palabras conformaron el discurso del entonces joven Fidel Castro en 1962 cuando la revolución era apenas una niña y Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA).

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Fidel y nuestra América; sus modos de actuar. Por: Germán Sánchez Otero

Foto: Fidel y nuestra América; sus modos de actuar

Propongo comenzar con esta pregunta: ¿Acaso no sabemos mucho más qué dijo Fidel y bastante menos cómo actuó, en función de hacer realidad las proyecciones de la Revolución cubana al sur del río Bravo?

Es usual referir las ideas que él expusiera en público, sobre disímiles temas y problemas de América Latina y el Caribe.  Por ejemplo, respecto del neoliberalismo, la unidad y la inevitabilidad de la revolución social.

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A propósito del monumento a Fidel. Por: Arleen Rodríguez Derivet

Fidel y su estrecha relación con el pueblo de Rusia. Foto: Archivo/Cubadebate.

Hará pronto 60 años de la primera visita de Fidel al enorme país -nación de naciones sería más adecuado decir para hablar de la URSS- que llegó a ser inspiración y apoyo fundamental para los grandes sueños de emancipación y desarrollo de los revolucionarios cubanos, con él al frente.

La dimensión de aquellos sueños podría calcularse por el espacio de tiempo que permaneció allí el líder de una revolución que recién comenzaba a desatarse como obra de transformación social.

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La era pos-Castro. Por. Arleen Rodriguez Derivet

Cuba Post-Castro. Obra Gráfica de Ares

Fidel se reía mucho de los planes de sus enemigos “para la era pos-Castro”. Un día dijo que mientras ellos hablaban de ese momento, él trabajaba para ese momento.

Y vaya si les ganó de nuevo. Apenas una semana antes de cumplir los 96 años de nacido, y cuando ya lleva más de un lustro ausente, su nombre volvió a levantarse como el monumento que expresamente prohibió que se le hiciera.

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Fidel, siempre Fidel. Por Atilio Borón

Foto: Tomada de atilioboron.com.ar.

El pasado 13 de agosto cumpliría 96 años Fidel Castro Ruz. El estadista que sintetizaba en su persona saber y valor; conciencia y coraje dejó una impronta que se extiende desde la segunda mitad del siglo veinte hasta nuestros días.

¿Quién se acuerda hoy de Kennedy, Nixon, Reagan,  Adenauer, De Gaulle, para ni hablar de Felipe González, Berlusconi, Thatcher, Gorbachev y, entre nosotros, Menem, Salinas de Gortari, Fujimori, Collor de Melo y tantos otros? ¿Cuáles fueron sus enseñanzas o su legado? Ninguno.

En cambio, Fidel, discípulo privilegiado de José Martí, nos dejó un acervo impresionante de conocimientos y experiencias, un ejemplo moral inmarcesible, una luz que sigue orientando la lucha inconclusa de los condenados de la tierra para poner fin a la dominación imperialista y sus peones oligárquicos en la periferia.

Por eso, Fidel es Fidel, y punto. Aquí lo vemos con un libro: “No nos crean, lean”, le decía a su pueblo sabiendo que sólo la cultura nos hará libres. ¿Cuántos jefes de estado dijeron, o dicen, lo mismo? Ninguno. ¿Por qué? Porque Fidel era de otra galaxia, un sabio que tenía una estatura intelectual y moral incomparable y, además, una valentía a prueba de fuego. ¡Feliz cumpleaños, Comandante, estés donde estés!

(Tomado de atilioboron.com.ar)

Roa: El “treintero” que no se fue a bolina. Por: Raúl Roa Kourí

Fidel Castro comenta con el canciller Raúl Roa la intevención de Nikita Jruschov, primer ministro de la URSS. A la derecha, el comandante Juan Almeida y, detrás, Raúl Roa Kourí. Foto: Korda, Alberto.

Por Raúl Roa Kourí / Palabras en la fundación de la Cátedra Honorífica Raúl Roa García, La Habana, 7 de Julio de 2021

(A 39 años de su luz –pues Roa es de los muertos que siguen siendo útiles– nos reunimos en el Minrex para fundar la Cátedra Honorífica Raúl Roa García del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, creado por él, que me honro en presidir. Estas fueron mis palabras).

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Archivo CD: CIGB, uno de los proyectos descomunales de Fidel. Publicado en: Archivo CD

El CIGB celebró este primero de julio su aniversario 35. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Que en 1976, en California, Estados Unidos, se creara la primera empresa biotecnológica en el mundo, la Genetic Engineering Tech, Inc. (Genentech, Inc.), seguramente no sorprendió. Pero que en 1981, Cuba emprendiera el desarrollo de la industria de la biotecnología, cuando no había similares en la región, ni siquiera en Europa, sí fue noticia.

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