La máxima expresión de la conspiración en Estados Unidos se protagonizó con sucesos como el asalto al Capitolio en Washington. Foto: Tomada de rtve.es
El más reciente título del intelectual Ignacio Ramonet se titula: La era del conspiracionismo. Donald Trump, el culto de la mentira y el asalto al Capitolio. Para suerte nuestra cuenta con una edición cubana, ampliada y actualizada, que se presentó en varias partes del país durante la Feria Internacional del Libro.
Algunos dudan de que estemos en el epicentro de una “guerra mediática” híbrida. No ven que están desplegadas todas las armas ideológicas, financieras y militares del capitalismo. Algunos no se percatan de que hablamos los lenguajes colonizantes que nos imponen; que compramos compulsivamente sus tecnologías; que relatamos la historia con las premisas lógicas de ellos; que financiamos sus monopolios mediáticos; que regimos nuestras vidas con “valores” y “cultura” que nos infiltran. Piensan que es conspiranoia. ¿En qué guerra las víctimas financian a sus victimarios?
A pesar de los logros de cierta izquierda y progresismo, o precisamente por eso, las ofensivas de las clases dominantes (militares, financieras, eclesiásticas…) avanzan retrógradas hacia un neonazifascismo porque atraviesan una crisis de vacío intelectual que se coagula en un proceso de condensación de odios y miedos. Ven que el “espíritu que recorre el mundo” gana adeptos. Supuranlawfare, persecuciones mediáticas, fake news, espionaje, represión y golpizas inflacionarias. Pergeñan “reformas laborales” y desorganización inducida contra la clase trabajadora. Mientras, algunos gobiernos siguen transfiriendo enormes sumas de dinero a los monopolios mediáticos que los atacan o los chantajean. ¿Qué no entendimos?
Está bajo amenaza la cordura social. El arsenal mediático monopólico se organiza y se despliega en todos sus frentes camuflados como entretenimiento, como iglesias mediáticas, como noticiarios y como programas de concursos. Las mesas de redacción y las direcciones editoriales están infestadas por “servicios” de inteligencia y espionaje. Casi todo está barnizado con canalladas y calumnias contra la voluntad organizativa de los pueblos en lucha y contra sus líderes. De mil maneras infiltran la “antipolítica” y están reclutando jóvenes, académicamente anestesiados, con ilusiones de dinero o con ideología chatarra de orientación supremacista o nazi. ¿No lo vemos?
Está en la tele, las redes o los tabloides que despliegan los ataques diseñados por la manipulación simbólica. Para colmo, la impotencia nos gana encerrados en un festín de sorderas disfrazadas de “diálogo”. Y empeora en periodos electorales. Hay gobiernos de ricos encumbrados con los votos de los pobres; hay consumismo desaforado de mercancías encarecidas. Se generan ganancias siderales con los salarios raquíticos del pueblo trabajador. Una inmensa minoría hambrea a la inmensa mayoría. Con unas cuántas armas se reprime a masas de trabajadores. ¿Qué no entendemos?
La memoria también es un campo de batalla semiótica. Quieren resetearlo todo, el olvido es su gran negocio. Su “teoría del Estado” se aferra a una concepción medieval de la “comunicación” que se dedica a fabricar predicadores armados con histrionismo mussoliniano. Se multiplican como hongos.
Así avanza la “guerra mediática” convertida en comunidad de sentido opresor financiado por el “real poder” rumbo al dogmatismo férreo de la aniquilación del otro. Nazifascismo que soñó y vio crecer Hitler. En eso trabajan los centros de operación responsables de la guerra simbólica, repleta de vaciedades y banalidad. El objetivo es sembrar odio de clase contra todo lo que se organiza en clave de rebeldía. Inyectar miedo contra cualquier intento de modificación del statu quo. A estas horas la catarata de falsa conciencia, vehiculada por los mass media, descarga emboscadas legaloides comandadas por las jaurías judiciales y sus aparatos policiales y militares, de represión objetiva y subjetiva. Lawfare le llaman a esa “guerra judicial”.
En el corazón de la guerra mediática habita la aberración supremacista, reloaded, empeñada en convencernos de que ellos siempre tienen la razón, que debemos agradecer que nos saqueen y exploten. Agradecidos por este mundo, al borde del desastre ecológico y ahogado en el fracaso civilizatorio del capitalismo. Agradecidos por un planeta intoxicado con hambre, miseria, pobreza, insalubridad, ignorancia y humillaciones. Quieren que agradezcamos esto como la mejor herencia para nuestra prole… que estemos orgullosos de eso. Guerra híbrida por todos los medios. ¿Qué parte no entendemos?
Paradójicamente la “guerra mediática” tiene frentes internos. Guerra entre nosotros mismos donde la tarea de la unidad, que es la más importante hacia una comunidad de sentido emancipador, se empantana entre refriegas de celos, sectarismos y burocratismos hacen grandes favores al poder fáctico hegemónico porque, entre otras cosas, nos somos capaces de comunicar una salida humanista superadora de nuevo género y les ahorramos el trabajo de dividirnos porque nos dividimos solos, y gratis (en el mejor de los casos). Nos urge una comisión internacional de los pueblos, extensiva de aquella que redactó el Informe MacBride, para solucionar los problemas mundiales de la comunicación. Enfrentar, ordenadamente a la guerra mediática en desarrollo. Vienen tiempos peores.
Con esa frase del título, se completa un verso de «Cita con ángeles», que recordó Bárbara Betancourt en nuestro podcast de este martes, a propósito del atentado a Cristina Fernández en Buenos Aires la noche del pasado 1 de septiembre y la nube de odio que puede haber estimulado el intento magnicida. Un odio muy semejante al que se encuentra en perfiles y cuentas en redes sociales y en programas de radio y TV, absolutamente consagradas a Cuba, que se emiten desde el sur de la Florida.
Ayer tuvimos aviso de la publicación en formato digital de un libro de Javier Gómez, decano de la Famca, que tiene una actualidad tremenda.
Los que curan y los que envenenan, páginas de una pandemia mediática rescata artículos publicados en diversos medios digitales e impresos cubanos, donde se muestra y analiza con ejemplos concretos cómo, a través de fake news y manipulaciones, se articuló la guerra mediática contra Cuba en el curso de la pandemia de COVID19, llegando a generarse estados de incertidumbre y pánico social.
Quienes siguen en tiempo real esa guerra mediática que no cesa y han estado al tanto de lo que publicaron ciertos sitios en las últimas horas, deben haber experimentado una suerte de déjà vu, la certeza de que ya vivimos algo exactamente igual. Y el libro de Javier aparece en el momento justo para decirnos que sí, que esto ya pasó y sigue pasando.
Las comisiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular están generando más noticias que de costumbre. Se anuncian medidas económicas para enfrentar la escasez de divisas y de abastecimientos; se habla de control popular de precios y de la versión definitiva del Código de las Familias que se llevará a referendo en septiembre.
Pero todas estas son noticias verdaderas y lo nuestro es desmontar mentiras. Algunas tan elásticas, que pueden tener más de 3 versiones, cual de las tres más falsas.
Fue lo que ocurrió la semana pasada con los reportes generados desde el sur de la Florida, sobre un incidente que involucró a una mujer con embarazo avanzado, en una cola en la localidad de Managua, en la periferia de La Habana. El incidente, filmado por más de un transeúnte con celulares y viralizado en las redes, muestra claramente cómo la policía ayuda a trasladar a la embarazada que cae de sus propios pies. Primero en brazos de un joven policía y luego dentro de una patrulla, la mujer es atendida a tiempo y tanto ella como el bebé son reportados en buen estado en varios post en Facebook.
No obstante esas evidencias, el hecho fue contado en canales de televisión y en las redes de reconocidos odiadores, como trifulca, abuso policial, protesta y más. Se llega a decir que la mujer perdió la criatura y hasta se acusa a los médicos que la atendieron. Todo un modelo de manipulación y mentira que explicó Bárbara Betancourt, quien definió como algo realmente alucinante la cantidad de videos que se ponen de cualquier tema sobre Cuba, pero sólo si es feo, denigrante, vulgar, violento. El objetivo es difundir la idea de un estado fallido, de un país en crisis material y moral.
En opinión de Reinier Duardo, la actual sobreproducción de mentiras y distorsiones, tiene que ver con el momento que vive el país y los factores que gravitan alrededor.
En el contexto de la compleja situación provocada por el déficit de generación eléctrica, la baja disponibilidad de combustible y el desabastecimiento del mercado interno, el gobierno aprueba medidas que apuntan a una recuperación y se sugiere que podría estar en camino un acercamiento para el diálogo con Estados Unidos -según recientes declaraciones del Papa, aunque sin ninguna confirmación oficial de las partes- , es decir coinciden en el tiempo situaciones que históricamente han sido desencadenantes de las peores acciones de la ultraderecha de origen cubano contra su país de origen.
Duardo recordó el histórico testimonio de Gabriel García Márquez, cuando fue portador de un mensaje de Fidel a Clinton, donde alertaba del riesgo de actos terroristas contra el turismo entre las dos orillas. Uno de los asesores de Clinton habría comentado, al conocer detalles sobre los organizadores de los atentados, que en algunos temas teníamos los mismos enemigos.
Las raíces de esos grupos violentos nunca fueron cortadas. Los enemigos más profundos de la Revolución han buscado siempre, incluso ahora, provocar un incidente para que se frustre cualquier posible avance en la recuperación del país y en las relaciones con Estados Unidos. Para impedirlo, una vez llegaron hasta el magnicidio. Justamente cuando se proponía dialogar con Fidel, asesinaron a John Kennedy.
En el segundo tema de la mañana, el sonido dio cuenta de la reacción, más que grosera y violenta del innombrable y otros de su estilo, ante la muerte de Pupy Pedroso.
Hoy, que se organizan las honras fúnebres de un músico popular que se inscribe entre lo más genial y relevante de la música cubana, lo que se dijo en el canal de Cubanos por el mundo es una nueva afrenta a la cultura cubana. Y el cierre de la infamia volvió a ser la convocatoria a que el pueblo se lance a las calles a provocar un estallido.
Posiblemente jamás se profirieron insultos tan groseros contra una autoridad eclesiástica, como los que se escuchan en los últimos días contra Su Santidad, el Papa Francisco. El líder de la Iglesia Católica tiene rabiando a los odiadores, por haber declarado que ama al pueblo cubano y que tiene una «relación humana con Raúl Castro».
Lo anunció Gerardo Hernández Nordelo ante un entusiasta grupo de vecinos, reunidos en un barrio de La Habana para replantearse formas de trabajo de la organización de masas más grande de Cuba.
Parece que tendremos un verano cargado de fake news. Algunas realmente terroríficas, como la de cierta mujer que comenta (lee) lo que le dijo un «hermano», quien «dice que le dijeron que han dicho» que se acerca el momento de cero combustible, cero comida y estallido social. Más o menos.
Una campaña perversa está en marcha en las redes para desatar otro estallido social en Cuba, usando para ello las necesidades reales y el duro contexto que ha dejado la pandemia en la economía a nivel global y, por supuesto, a nivel nacional, en nuestro caso multiplicado por el bloqueo y sus 243 medidas. El nuevo objetivo son las madres cubanas.
Nuestro sentido pésame para Omar, «el Pagador de promesas», por la muerte de su hijo Lázaro el pasado 4 de junio. Varios han recordado en la redes que sólo una persona fue capaz de insultar la larga peregrinación del padre esperanzado y de acusar al gobierno cubano e incluso a la Iglesia Católica, de manipulación y uso interesado de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre con fines políticos.
Una llamada telefónica anónima alertando sobre una falsa amenaza de bomba, provocó la evacuación inmediata el hotel Tulipán de La Habana, el domingo en la noche. ¿Terrorismo?
Casualmente fue un periodista especializado en malas noticias sobre Cuba: Mario J. Pentón – antes corresponsal de El Nuevo Herald y ahora de un canal hispano de La Florida- quien, presumiendo de dar la primicia, comentó los hechos con una inmediatez sospechosa.