
¿Quién no sintió la angustia bajo la nube negra? Hasta yo, que nunca rezo, tuve en estos días una plegaria en la punta de la lengua. Casi no reconocí a mi natal Matanzas a pesar de encontrarla mil veces repetida, y distorsionada, en los informativos de todo el mundo. También a mí me tocó el turno de contar la historia, y para hacerlo tuve que postergar mis miedos.