
En medular y documentado trabajo, demuestra James A. Lucas que, desde el fin de la II Guerra Mundial, Estados Unidos ha matado más de 20 millones de personas en 37 países víctimas. Ese genocidio ha sido cumplido en parte significativa a través de la North Atlantic Treaty Organization, (NATO, u Organización del Tratado del Atlántico Norte: OTAN para los hispano parlantes). Al final de la conflagración mundial, las fronteras políticas se confundieron con los límites de la ocupación militar de las potencias vencedoras. En vano fue que los soviéticos invocaran en todos los tonos la paz y el pacifismo. El objetivo de Estados Unidos y sus satélites era crear una amenaza militar que forzara a sus antiguos aliados a gastar en armamentos los fondos que pudieran invertir en reconstruir un país que sobrellevó la más pesada parte de la carga destructiva de dos contiendas mundiales. No hubo paz: el fin de la II Guerra Mundial fue el estallido de la Guerra Fría.