¿La campaña 2.0 por el 11 de julio llegará a las calles de Cuba?. Por Gustavo Veiga

Hechos vandálicos en Cuba el 11 de julio de 2021

Lo que no funcionó con sanciones, ni con la lista de países parias diseñada en Washington, ni con un bloqueo de más de seis décadas, se intenta nuevamente desde las redes sociales con generoso apoyo externo.

Este 11 de julio Cuba volverá a vivir una agitación planificada 2.0. Resta saberse si superará la virtualidad y llegará a las calles de la isla como en 2021. Quienes pretenden terminar con el sistema socialista de una nación independiente se apoyan en Estados Unidos y su clásica injerencia política. Esa que funciona en otros países, pero no en su vecino ubicado a 90 millas náuticas. Para insistir otra vez, se apela a viejas recetas. Son las que están sintetizadas en lo que podría llamarse el manual de los golpes de Estado blandos del siglo XXI. Un libro del politólogo Gene Sharp (1928-2018) llamado De la dictadura a la democracia de 1993. Lo que no funcionó con sanciones diplomáticas, ni con la lista de países parias diseñada en Washington, ni con tareas de ablande, ni con un bloqueo de más de seis décadas, se intenta nuevamente desde las redes sociales con generoso apoyo externo.

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La derrota del golpe blando en Cuba. Por Ángel Guerra Cabrera

Esta semana se cumple un año de la derrota por el pueblo cubano de un intento de golpe blando preparado desde tiempo antes por el gobierno de Estados Unidos(EU). El apoyo popular a la revolución y su gobierno fue el único factor que el enemigo imperialista subestimó  en  la planificación del zarpazo, pues, como veremos, la coyuntura no podía ser más propicia para su desencadenamiento.  El plan fue concebido por el gobierno de Donald Trump, como parte de un recrudecimiento extraordinario de la hostilidad contra la isla y aplicado por el de su sucesor Joseph Biden. Cuba ha estado sometida durante décadas a un repertorio de herramientas subversivas que incluyen bandas armadas,  una intervención militar organizada por el Pentágono y la CIA(Playa Girón, 1961), los aprestos para una intervención militar estadunidense directa(1962) una feroz campaña de terrorismo de Estado que duró hasta los noventas, la guerra bacteriológica y, desde hace más de  60 años, la guerra mediática y el bloqueo económico, financiero y comercial.

Pero la novedad  en esta ocasión fue el uso masivo de las redes digitales y de un nuevo  sistema de medios digitales contrarrevolucionarios, alojados principalmente en Miami y aceitados con millones  de dólares del gobierno estadunidense. Ya EU había acumulado importantes experiencias de siembra de odio en sectores de la población mediante esas redes durante las guarimbas de 2017 en Venezuela, los tranques de 2018 en Nicaragua  y los preparativos para el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia en 2019.  Son operaciones de  guerra de cuarta generación o guerra híbrida, como es el calificativo más usado en los últimos tiempos.

La campaña de odio en redes digitales se acentuó a partir de noviembre de 2020, en que según el investigador y periodista chileno Pedro Santander pasa de una fase crónica a una aguda, que se va intensificando hasta el 11 de julio, día de las protestas. Otro investigador, el español Julián Macías Tovar reveló que los días 10 y 11 de julio una cuenta ubicada en España, pero operada desde EU, fue la primera en emplear el numeral #SOSCuba, relacionado con la situación de la covid-19 en la isla. Durante el 10 y el 11 emitió más de mil tuits por día, con una automatización de cinco retuits por segundo. Los operadores utilizaron lo que se conoce como granjas de  trolls, que divulgan  mensajes a través de cuentas falsas o cuentas robotizadas.  Más de 1500 cuentas participantes en la emisión de ese numeral fueron creadas entre el 10 y el 11 de julio, de acuerdo con el seguimiento de Macías.  De ahí saltó a las cuentas de influencers, y a todo el complejo  de medios  hegemónicos occidentales. Como es de suponer, todo este andamiaje solo puede funcionar con el apoyo de cuantiosos recursos financieros y personal especializado.

Pero las circunstancias en que se desarrolla esta operación no podían ser más favorables  para los planes de Washington y la contrarrevolución. En primer lugar, la sociedad  cubana venía de más de un año de confinamiento por la pandemia y experimentaba un pico de contagios y muertes por la variante delta del coronavirus, con toda la crispación y desesperanza que ello crea. Todavía Cuba no iniciaba masivamente la producción  de sus vacunas. Ello, unido a un redoblamiento del bloqueo por Trump, con 243 medidas adicionales de guerra económica, que junto a la caída del turismo, dejaron a Cuba sin apenas recursos financieros  y una grave escasez de alimentos y medicinas.  EU aprovechó esta situación de una manera perversa pues en plena pandemia aplicó 60 medidas más de asfixia económica  y  persiguió con saña la compra  por La Habana de medicamentos e insumos farmacéuticos. Biden  continuó y mantiene casi todas  las medidas de Trump.  El confinamiento separó a los cuadros políticos del contacto con la población, algo inusitado. Todo lo anteriormente mencionado generó un marco muy adecuado para  la actuación de la quinta  columna interna pagada por EU, a la que se sumaron personas legítimamente disgustadas por la escasez o  por deficiencias burocráticas realmente existentes, por  jóvenes que no se sienten tomados en cuenta, o por delincuentes que sacaron provecho de la coyuntura. Debe decirse que los disturbios del 11 de  julio fueron enfrentados con una actuación muy prudente de las fuerzas policiales, totalmente desarmadas para –como puede verse en numerosos videos no publicados por los medios hegemónicos- hacer frente, en ocasiones, a grupos vandálicos en actitudes muy violentas. Pero la presencia del presidente Diaz-Canel en uno de los focos de protesta, su dialogo con los congregados, el inmediato informe al pueblo y su movilización en la calle derrotó la intentona. Las declaraciones de Biden y otros voceros –los bloqueadores-, que presentaban al gobierno cubano cruzado de brazos ante la pandemia y otras  mentiras quedarán grabadas en el memorial universal de la infamia.

@aguerraguerra

Guerrero Cubano con su verdad al desnudo. Dedican los gusanos actividades por el 11 de julio al Guerrero Cubano Los tengo locos

Desmontando falacias. En muchas marchas por el 11 de julio las garrapatas dedicaron sus actividades al Guerrero Cubano. Continúan los ataques a todo cubano que quiera cercanía con su Patria y familias.

Miradas jóvenes a la Cuba de hoy, a un año de los sucesos del 11 de julio de 2021. Por redacción de la publicación, publicado en Alma Mater

Hace exactamente un año Cuba afrontó una operación política y comunicacional organizada con la intención de provocar un estallido social. ¿Qué ha ocurrido después?; ¿el 11 de julio de 2021 impuso una manera diferente de hacer política?, ¿qué se entiende y qué no se entiende por revolucionario hoy?, ¿cuáles han sido las experiencias principales del Programa de Transformación Integral de los Barrios?, ¿se ha asumido al diálogo como un factor esencial en la búsqueda del consenso y la articulación necesaria? Estas y otras interrogantes provocan miradas al país que habitamos.

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Una fecha celebrada por Cuba y sus amigos. Autor: Nuria Barbosa León | internet@granma.cu

La victoria contundente del pueblo cubano sobre el golpe blando que se pretendió hace un año fue celebrada por amigos de la Isla en varios países

cubanos residentes en Ecuador
La Asociación de cubanos residentes en Ecuador se hizo sentir en la jornada de solidaridad con Cuba. Foto: Siempre con Cuba

Miles de amigos de Cuba en varios países hicieron saber, este domingo, su acompa- ñamiento a la Mayor de las Antillas y a sus causas nobles, a la par que celebraron, anticipadamente, el primer aniversario por la victoria de pueblo que significó el 11 de julio de 2021, cuando en la Isla se derrotó un intento de golpe blando contra la Revolución.

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EDITORIAL: A un año del 11J Cuba celebra otra victoria. POR REDACCIÓN CUBASÍ

El 11 de julio del 2021 miles de cubanos acudieron espontáneamente, ante el llamado del presidente de la República, a defender en las calles a la Revolución. Foto: Cynthia Hernández Mayol, CubaSí.

El domingo 11 de julio de 2021 Cuba estuvo en los titulares de buena parte de los medios de comunicación del mundo. Estallido social, revuelta antigubernamental, manifestaciones contra el sistema: fueron algunos de los términos que se utilizaron para describir los hechos. En varias ciudades del país, casi al unísono (lo que más que de espontaneidad, como sostienen algunos, habla de articulación premeditada) cientos de personas, miles en algunos lugares, salieron a las calles a manifestarse ante los rigores de la crisis. Pero lo que pudiera parecer una protesta legítima devino acción desestabilizadora, violenta, vandálica.

Hay que insistir: puede que una parte de los que se manifestaron lo hicieran a partir del agobio de una crisis económica ahondada por el impacto de una pandemia y el efecto indudable de las sanciones impuestas por los Estados Unidos. Eso lo han reconocido las propias autoridades. Pero algo resulta evidente: el interés de los organizadores y de los que los auspiciaron iban mucho más allá de una simple protesta: querían derrocar un gobierno, ponerlo contra las cuerdas, forzarlo a tomar medidas represivas para dejarlo en evidencia ante la comunidad internacional.

Fue un guion bien escrito. Enseguida afloró una narrativa: las fuerzas del orden reprimieron violentamente al pueblo indefenso y pacífico. Se ignoraron con toda intención los ataques a policías e instituciones, la irrupción y robos en centros comerciales, la violencia de muchos de los protagonistas…

En los espacios informativos de muchos medios de comunicación internacionales, y en los libelos de la «oposición» interna, se habló de «respuesta desproporcionada» de las fuerzas policiales ante la «resistencia pacífica de un pueblo».

Llama la atención también la utilización de ese término: pueblo. Era como si toda la ciudadanía apoyara las protestas: un país entero contra el gobierno, contra un sistema. Llama la atención que los ciudadanos que acudieron espontáneamente, o ante el llamado del presidente de la República, a defender en las calles a la Revolución (miles también, en todo el país) no fueran considerados parte de ese pueblo. Para ciertos «observadores imparciales» eran agentes gubernamentales, tropas de represión… y estaban tan bien infiltrados que reputados periódicos internacionales los confundieron con los manifestantes «pacíficos» contra el gobierno.

El doble rasero. Abundan las escenas de abusos policiales contra manifestantes en el mundo, abundan las ‘respuestas desproporcionadas’ en muchos países. En algunos lugares, de hecho, son tan habituales que prácticamente se han naturalizado. Y los medios no suelen cuestionar la legitimidad de una respuesta policial ante hechos de violencia (o incluso, cuando no ha mediado la violencia en la manifestación puntual). Pero la imagen que se presentó de Cuba fue la del imperio de la represión sanguinaria… aunque no salieran los tanques a la calle, aunque no hubiera masacres, aunque no se instaurara una ola de terror.

Eso es lo que pretendían algunos… muchas veces instalados en la comodidad de sus casas, muchas veces en el extranjero, lejos del escenario de los hechos. Ciertos sectores alientan el enfrentamiento entre cubanos, lo conciben como parte de una estrategia. Echan leña al fuego.

Pero vencieron la prudencia y la legalidad.

Las autoridades actuaron en el marco de la ley. Las irregularidades puntuales en el comportamiento policial fueron investigadas. No hubo, como se especuló, desaparecidos ni ejecuciones. Se identificaron individuos responsables de hechos delictivos, perfectamente probados, y se pusieron a disposición de los tribunales, ofreciendo todas las garantías. Se analizó caso por caso. Se impusieron las correspondientes sanciones.

Es lo que se supone que suceda en cualquier país del mundo. Pero en Cuba, cuando sucede, es medido por otra vara. Una vez más la maquinaria mediática sobredimensionó el hecho noticioso, una vez más los comentaristas señalaron supuestas irregularidades. Las campañas contra Cuba están articuladas desde la lógica de la guerra no convencional.

Muchos de los que acusan deberían atender sus propias demandas. ¿Con qué moral juzga y condena, por ejemplo, el gobierno de los Estados Unidos? Sus fuerzas policiales no tienen precisamente un historial limpio: constantemente se denuncian abusos y violaciones de la ley. Y suceden en el país que se autoproclama paladín universal de los derechos humanos.

A un año de los hechos del 11 de julio, la maquinaria del odio y la confrontación redobla sus empeños. Las redes sociales son el ámbito idóneo para los llamamientos a la desobediencia, para la provocación grosera. Se pretende atentar contra la paz ciudadana, en momentos particularmente difíciles para el país.

Por supuesto que se enfrenta una crisis, por supuesto que hay insatisfacciones, por supuesto que la ciudadanía tiene derecho a pronunciarse al respecto. El gobierno tiene la responsabilidad de atender esas demandas. Y se trabaja, con rigor y en medio de carencias.

Pero Cuba no es el estado fallido que han querido presentar. Hay una Cuba que no suele aparecer en las portadas internacionales: el país que enfrentó con eficiencia la pandemia, que produjo sus propias vacunas, que está en la vanguardia en la aplicación de dosis de refuerzo a su población. El país que ha mantenido, contra todas las presiones, sus servicios básicos, que apuesta por una distribución equitativa de los pocos recursos. La Cuba que resiste. La Cuba que crea.

Al derecho de consolidar una sociedad independiente, próspera y sustentable, se opone la prepotencia y la soberbia de los que odian. No buscan el diálogo. La suya es la política del chantaje.

Este 11 de julio, como dijera en el Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba el presidente de la República Miguel Díaz-Canel, Cuba celebrará el triunfo de la Revolución y el socialismo ante el intento de un golpe de Estado vandálico. No es el triunfo de un gobierno. Es el triunfo de un pueblo. 

El desborde virtual del Departamento de Estado y su oficina en La Habana. #Cuba.

El desborde virtual del Departamento de Estado y su oficina en La Habana. #Cuba.

José Ramón Cabañas – La pupila insomne – Foto: Sputnik.- En los últimos meses ha sorprendido tanto a los cibernautas cubanos, como a los diplomáticos extranjeros residentes en Cuba, la manera desembozada en que tanto el Departamento de Estado desde Washington, como su embajada en La Habana, han incorporado a su rutina diaria al emisión de juicios y opiniones sobre la realidad interna cubana, que publican y reiteran sin ningún pudor. Aunque la práctica ha abarcado a varias plataformas, se ha hecho más presente en Twitter, la que se supone que es menos popular que Facebook, pero donde teóricamente están más presentes funcionarios de gobierno, académicos y decisores de diversa índole.

Este ejercicio digital, que ahora tiene más intensidad que durante el desorden de Trump, empezó a hacerse más presente en la misma medida en que los soñadores del fin de la Revolución Cubana sintieron que los estragos de la pandemia de la COVID19, de conjunto con el daño provocado por las medidas coercitivas unilaterales (bloqueo), causarían un estallido social en Cuba.

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El doble rasero y la manipulación mediática.

El doble rasero y la manipulación mediática.

Cientos de personas están siendo juzgadas en Cuba por los sucesos del 11 de julio de 2020, que —según leemos en los grandes medios extranjeros y en la «prensa independiente»— fueron protestas «pacíficas», contra las que se realizan juicios sumarios, donde, además, se juzgan niños.

Pero, ¿recuerdan esos mismos medios los disturbios masivos de 2011 en Reino Unido, tras la muerte de un joven a manos de la Policía Metropolitana de Londres? Hubo 1 100 personas detenidas y fueron juzgadas rápidamente, a razón de unos 10 individuos por hora. Ningún medio etiquetó la acción como juicio sumario, ni habló de represión. Todo lo contrario. Y valga destacar que cerca de la mitad de los manifestantes eran menores, pues la responsabilidad penal en ese país comienza a partir de los 10 años.

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Presos políticos en #Cuba: Una historia basada en hechos no reales.

Presos políticos en #Cuba: Una historia basada en hechos no reales.

Por: Gustavo A. Maranges – Resumen English / Cuba en Resumen / Resumen Latinoamericano – Imagen: Yariel Valdés.- La semana pasada hubo un incremento exponencial de las acusaciones por parte de funcionarios del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, por la supuesta retención de más de 600 presos «políticos» como resultado de las protestas del 11 de julio.

El Subsecretario de Estado para Asuntos del hemisferio occidental, Brian Nichols, y el secretario de Estado, Anthony Blinken, fueron los portavoces más activos de esta campaña, de conjunto con la Embajada de Estados Unidos en La Habana.

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#Cuba. La desmemoria: Y ¿quién violenta a quién?.

#Cuba. La desmemoria: Y ¿quién violenta a quién?.

POR: CÉSAR GÓMEZ CHACÓN.

Una foto o un par de imágenes que alguien o «álguienes» pusieron (extrañamente) en un rinconcito de las redes, han sido rápida y furiosamente reproducidas y recontrarreproducidas en poquísimas horas. En la imagen se ven a unas poquitas personas, unas diez, mujeres la mayoría, con palos en las manos, supuestamente un colectivo laboral dispuesto a repeler (si se atreven nuevamente) a quienes con palos salieron el 11J a desmadrar en nuestras calles (¿o de verdad nos creímos que las imágenes de los muy violentos delincuentes, agresores de policías y de cuánta gente valiente intentó impedirles el paso, asaltantes de tiendas, los que lanzaron productos incendiarios a un hospital infantil, y muchas otras etcéteras, las manipuló el gobierno?).

Pues la susodicha fotico, publicada originalmente (si no es una fake news) a lo mejor con el mejor ánimo de disuasión, ha provocado una verdadera «revolución» de preocupados en las redes antisociales. Que si la violencia, que si el gobierno cubano vuelve a alentar las viejas prácticas de los mítines de repudio, que si la represión, que si el derramamiento de sangre, que el ejemplo que damos a nuestros jóvenes que solo quieren dialogar… En fin, lágrimas (algunas de cocodrilo), vestiduras rasgadas… el caos. ¡Que se cae el país!  

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