
Estados Unidos, frustrado al no poder impedir el triunfo de la Revolución cubana, en el año 1959 conformó su estrategia para demonizarla, para lo cual no hay límites en el dinero gastado con tal de que el mundo se crea sus mentiras.
El diseño aprobado por el presidente Dwight Eisenhower y mantenido hasta la actualidad, se basa en el concepto de Joseph Goebbels, ministro de comunicaciones de Adolfo Hitler, que plantea:
“La verdad no es medida por su coincidencia o fidelidad a los hechos que describe o nombra, sino por su efecto emocional y por la cantidad de veces que es repetida”.