
Primero fue la ilusión, la idea de que la unidad de los jugadores haría el milagro. Luego fue la desilusión, al ver que no remontaban la ofensiva del poderoso team estadounidense.
Finalmente ha sido la indignación, por el boicot tolerado después de tanta declaración de prohibiciones para evitarlo y por las agresiones y los insultos a los seguidores y hasta a los familiares del team que ilusionó a todo un pueblo.
Después de ver videos en Youtube y oír los testimonios de la parte de la delegación cubana que regresó a la Patria, o lo que dijo en redes, desde Estados Unidos, el pelotero Yadir Drake, todo puede resumirse en algo que apuntó Bárbara Betancourt en nuestro podcast: dan pena ajena los odiadores que le amargaron la noche a los verdaderos cubanos.
Los comentarios de Reinier Duardo fueron más cáusticos. Para el analista, no pueden llamarse, ya no cubanos, ni siquiera personas, los celebradores del odio que pasan aplanadoras por sobre bates y guantes de un equipo deportivo. No actúan como seres humanos quienes elijen como blanco de su violencia a mujeres y niños que sólo fueron a ver a sus seres queridos jugar. No hay modo digno de convivir con esa especie «no humana» que se ha apropiado de cuanto se relacione con Cuba dentro de Estados Unidos, con el peor de los propósitos.
Este podcast incluye sonidos del canal del Guerrero cubano, tomados de la televisión local, en los que se escucha al alcalde de Miami afirmar que los Marlins dieron luz verde al empleo de carteles y propaganda de todo tipo contra la delegación cubana al Clásico de Béisbol. Los hechos posteriores confirmaron la complicidad, también, de los agentes del orden.
«No van a poder jugar» advirtió en su canal el agitador principal de los grupos de odio y en más de un momento, tuvimos la sensación de que se detendría el juego. Pero los cubanos resistieron estoicamente la arremetida y jugaron hasta el último out.
Al cabo, la desenfrenada agresión de esos grupos vino a confirmar que en la llamada Ciudad del Sol poco ha cambiado y en todo caso para mal, desde la lapidaria frase que acuñara el ya fallecido periodista Luis Ortega, al afirmar que «Sólo en Miami» podían darse ciertos hechos deleznables con absoluta impunidad. Habría que agregar sólo en Miami con Cuba. Ningún otro equipo sufrió el acoso, los ataques y las amenazas que se lanzaron contra el Team Asere. Lo que pasó viene a confirmar, de forma irrefutable, que la guerra es contra todo el pueblo de Cuba y no sólo contra sus autoridades. De qué libertad puede hablarse cuando se descalifica, se ofende, se amenaza a quienes no se someten a las ideas políticas que defiende un grupo.
Las horas de Cuba en el Clásico en Miami deben haberse inspirado en el Manual de Goebbels para acosar a los judíos. Ese odio no es normal, si es que algún odio puede serlo. Es el odio como modo de vida. Pobre gente que necesita ejercerlo. Lo que ocurrió en Miami nos recuerda, como dice una amiga, que este país que dió a humanistas como José Martí y Fidel Castro, también dió a hienas como Esteban Ventura y Posada Carriles.
Para nuestra suerte como nación y como dejó dicho José Martí: cuando hay muchos hombres sin decoro, hay quienes llevan en sí el decoro de muchos hombres. Esos fueron los peloteros del Team Asere. Team Coraje. Team Dignidad. Team Decoro. Seguiremos Chapeando.