
Algo corriente para el aficionado a las exhibiciones documentales norteamericanas es observar como a pesar de las apariencias que tratan de crear, trasciende la cada vez mayor caótica salud mental de la sociedad que ensalzan.
Así, es muy corriente como aquellos soldados norteamericanos que han colaborado en la depredación de Iraq y Afganistán, para poner solo dos ejemplos, reciben a su regreso poca atención oficial -por no decir abandono-, lo cual deriva hacia la situación de un mercenarismo al servicio de los peores intereses, o a una depauperación mental que lo puede llevar al suicidio.