Asesor de Biden: «Hace 40 años, EE.UU. hubiera hecho todo lo posible para prevenir la elección de Gustavo Petro o sabotear su Gobierno»

El alto funcionario de la Casa Blanca dijo que el país suramericano es «la pieza maestra» para el desarrollo de la región y que la relación entre Bogotá y Washington es un «modelo para el mundo».

Tres días después de la posesión de Gustavo Petro, el asesor de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental, Juan González, aseveró en un congreso empresarial realizado en Colombia que cuatro décadas atrás, EE.UU. habría «hecho todo lo posible» para evitar su elección o sabotear su Gobierno.

«Hace 40 años, EE.UU. hubiera hecho todo lo posible para prevenir la elección de Gustavo Petro y, ya en el poder, hubiera hecho casi todo lo posible para sabotear su Gobierno», dijo González, quien participó por vía remota en el 7° Congreso Empresarial Colombiano, organizado por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia y celebrado en la ciudad portuaria de Cartagena de Indias (Bolívar).

Al inicio del foro ‘Desafíos cruciales para el futuro de Colombia’, el alto funcionario que trabaja en la Casa Blanca desde 2011 sostuvo que el impedimento de que un presidente de izquierda gobernara en la región correspondía a «las políticas de la Guerra Fría».

«Esas son las políticas de la Guerra Fría, que hasta cierto punto hoy en día para unos son una justificación de unas perspectivas revisionistas que caracterizan la política de EE.UU. dentro de un contexto de la manifestación local de un imperio», agregó.

A pesar de que varios gobiernos de la región como Venezuela y Cuba han denunciado reiteradamente la injerencia estadounidense en los asuntos políticos internos con fines desestabilizadores, González aseguró que la realidad actual es distinta. 

«No importa la ideología o donde esté en el espectro político un Gobierno. Si es elegido y gobierna democráticamente, vamos a buscar áreas de interés común y las vamos a avanzar, también vamos a comunicar más nuestras preocupaciones», dijo.

Tomado de RT

Rumbo a Cuba desde Brasil carga solidaria de medicamentos

waving colorful flag of brazil and national flag of cuba. macro

Arropado en la campaña Vamos por más, el Grupo de Médicos Brasileños Graduados en Cuba envió hoy la primera carga de medicamentos a la isla para las víctimas del incendio en la occidental provincia de Matanzas.

En declaraciones a Prensa Latina, la coordinadora del Comité Carioca de Solidaridad a Cuba, Carmen Diniz, que participa en la iniciativa, confirmó que hizo la entrega del material al activista Sergio Bonzi, encargado de depositarlo en La Habana.

Diniz precisó que estos primeros productos fueron adquiridos en Río de Janeiro mediante la recaudación realizada por la campaña, centralizada en la Cámara Empresarial Brasil-Cuba.

Con la acción solidaria se pretende enviar no solo medicinas, sino además insumos para apoyar la atención médica de las víctimas del fuego.

En la tarde noche del 5 de agosto una descarga eléctrica impactó sobre uno de los depósitos de petróleo crudo cubano en la Base Supertanqueros Matanzas, lo cual generó un incendio de grandes proporciones.

Fuerzas combinadas del Ministerio del Interior, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la empresa CubaPetróleo y el Instituto de Recursos Hidráulicos, junto a especialistas mexicanos y venezolanos, laboran intensamente desde entonces en la extinción de la deflagración.

Este miércoles, se declaró controlado el siniestro, aunque todavía persisten algunas llamas, y las autoridades cubanas procedieron a realizar un control de los daños.

ale/ocs

Desde PL.

Cuba frente a la guerra híbrida

Por Angel Guerra Cabrera

Cuba debe aprender a vivir, avanzar y desarrollarse bajo los rigores de la guerra de cuarta generación –o híbrida– con que Estados Unidos la hostiga sistemáticamente. Ese es el enfoque que se desprende al observar la incansable actividad que despliegan hoy el gobierno, el Partido Comunista y el sistema institucional cubano en todas las esferas de la actividad económica, política, social y cultural. Además de batallar por recuperar y transformar su economía, la isla, por poner un par de ejemplos de gran relieve, está enfrascada en dos tremendos desafíos políticos y legislativos: el debate sobre el código de las familias –ya en proceso de aprobación en la Asamblea Nacional del Poder Popular, después de recibir sustanciales modificaciones en asambleas populares– y la nueva ley de comunicación, dos instrumentos que tienden a ahondar la vibrante democracia cubana. Justamente, el miércoles, día en que la comisión parlamentaria discutía el dictamen del mencionado código, el presidente Miguel Díaz-Canel llamaba, en la comisión económica, a profundizar la democracia cubana ante la asfixia económica y los planes subversivos de EU. Se habla de la derrotada intentona imperialista y contrarrevolucionaria del 11-J, pero es que todos los días el pueblo cubano debe enfrentar numerosas manifestaciones de hostilidad, tanto en el orden económico, político y diplomático como en el de la batalla cultural-comunicacional. Vale reiterarlo, hasta ahora es muy poco lo que el presidente Joseph Biden ha cambiado de las 243 medidas añadidas por Donald Trump para reforzar el bloqueo. Su gobierno anunció el restablecimiento de las remesas familiares y una mayor entrega de visas, pero hasta hoy no lo ha implementado. Sin embargo, sí daba a conocer antier mismo el gris secretario de Estado Anthony Blinken la inclusión de Cuba en la lista negra de países que no tienen un buen desempeño en la trata de personas. Es una mentira mayúscula, que identifica como “trata” la prestigiosa cooperación médica cubana.

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Se disipan públicamente las fronteras entre la CIA y Silicon Valley

Tomado de Misión Verdad

Se sabe que desde hace un tiempo la empresa Meta (propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp) inició una fase de batalla informativa en el espacio virtual de Facebook, marcando a cuentas específicas de noticias a información con la etiqueta de «medios controlados por el Estado».

También, a simple vista se nota que el gigante tecnológico está tomando un enfoque muy selectivo en este proceso: mientras que los medios rusos, chinos o iraníes son etiquetados como tales, los medios afines al gobierno de Estados Unidos no han sido marcados de ninguna manera hasta ahora.

La explicación de la selectividad seguramente se deba a que la propia compañía de Mark Zuckerberg se ha vinculado a tal punto con el gobierno estadounidense que es difícil identificar dónde termina una y dónde comienza el otro.

Los exempleados de la CIA

En una ocasión anterior, esta tribuna reseñó la investigación de MintPress que exponía cómo Twitter estaba llenando las vacantes de puestos estratégicos en su empresa con exfuncionarios del FBI. Ahora el sitio web dio a conocer los perfiles de exagentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, sus siglas en inglés) que trabajan en puestos clave de la plataforma social con más usuarios y más frecuentada del mundo. 

Al igual que con Twitter, en Facebook estos exfuncionarios de la CIA tienen cargos en las áreas de seguridad, confianza y desinformación, pero también hay algunos que están a cargo de operaciones de inteligencia y seguridad en línea.

Aquí algunos de los perfiles:

  • Aaron Berman estuvo 15 años en la CIA. Durante ese tiempo escaló hasta una posición muy influyente en la agencia. En su perfil en LinkedIn reseña que llegó a estar encargado de preparar y editar el informe diario del presidente de Estados Unidos «para permitir que el presidente y los altos funcionarios estadounidenses tomen decisiones sobre los temas de seguridad nacional más críticos», en especial sobre «el impacto de las operaciones de influencia en los movimientos sociales, la seguridad y la democracia». Actualmente es gerente senior de políticas de productos para desinformación en Meta.
  • Deborah Berman trabajó 10 años en la CIA como analista de datos e inteligencia. Ella no da mucha información en su perfil en LinkedIn sobre sus tareas en la agencia, pero en algunas publicaciones que hizo antes de ser contratada indican que era una especialista en Siria. Hace poco fue asignada al puesto de gerente de proyectos de confianza y seguridad para Meta.
  • Bryan Weisbard es director de confianza y seguridad, protección y privacidad de datos de Meta. Uno de sus trabajos anteriores en la CIA (2006-2010) involucraba liderar equipos de investigaciones cibernéticas y antiterroristas, además de «identificar la propaganda de desinformación en las redes sociales y las campañas de influencia encubiertas», según relata él mismo.
  • A Scott Stern lo asignaron al puesto de gerente senior de inteligencia de riesgo de Meta y sus objetivos son la «desinformación» y los «actores maliciosos». Fue oficial de selección de objetivos en la CIA y luego ascendió a jefe de ese departamento. Allí ayudaba a seleccionar los objetivos para los ataques con aviones no tripulados estadounidenses en el sur y el oeste de Asia. A propósito de ello, la investigación de MintPress remarca que «las propias evaluaciones internas del gobierno muestran que al menos el 90% de los afganos asesinados en ataques con aviones no tripulados eran civiles inocentes».
  • La publicación también menciona a Mike Torrey y Hagan Barnett. El primero era un analista senior de la CIA y el segundo era un contratista de la misma agencia. Actualmente Torrey es el líder técnico de detección, investigaciones e interrupciones de amenazas de operaciones de información complejas de Meta y Barnett es jefe de operaciones de contenido nocivo.

Lo anterior es una muestra breve de lo mucho que han permeado los principios y el estilo de trabajo de la CIA en la compañía Meta. Sin embargo, como bien lo detalla el artículo de MintPress, cuyo autor es el periodista estadounidense Alan MacLeod, son docenas de exfuncionarios de la agencia, y también de otras instituciones gubernamentales de Estados Unidos (FBI, USAID, Consejo de Seguridad Nacional, Departamento de Defensa) y de la OTAN.

Controlar una red con casi 3 mil millones de usuarios en todo el mundo

A finales de junio se supo que la CIA está reclutando militantes del Estado Islámico prisioneros en Siria para su posterior envío a Ucrania. La información fue suministrada por una fuente al medio ruso RIA Novosti. El mismo mes, una publicación en The New York Times dijo que agentes de inteligencia estadounidenses operan en Ucrania. Sus tareas en el país son, entre otras cosas, coordinar en secreto el suministro de armas y la transferencia de inteligencia a Kiev.

Esa es la clase de organización de la cual Meta está tomando profesionales para controlar la información que se comparte en la red social. Eso en términos de lo más actual, pero es bueno refrescar la memoria con lo que dice el artículo de MacLeod:

«La Agencia Central de Inteligencia sigue siendo profundamente controvertida. Ha sido acusado de derrocar o intentar derrocar a numerosos gobiernos extranjeros (algunos de ellos elegidos democráticamente), ayudar a destacados nazis a escapar del castigo después de la Segunda Guerra Mundial, canalizar grandes cantidades de drogas y armas en todo el mundo, penetrar en los medios de comunicación nacionales, difundir información falsa de forma rutinaria, poner en funcionamiento una red global de ‘sitios negros’ donde los prisioneros son torturados repetidamente. Por lo tanto, los críticos argumentan que poner a agentes de esta organización en control de nuestras noticias es profundamente inapropiado».

Facebook es la red social más usada en el mundo. Según el Informe Global 2022 elaborado por Hootsuite y We Are Social, había 2 mil 910 millones de usuarios activos en enero del año en curso, lo que significa un incremento del 6,2% con respecto al año anterior. Con respecto a nuestra región, el informe indica que el 96% de los usuarios latinoamericanos utilizan Facebook.

Otro informe de Reuters basado en 12 países dice que, a nivel global, Facebook es la red social más consultada para leer noticias, con el 30% de los encuestados eligiéndola, mientras que en Latinoamérica la cifra aumenta hasta el 54%.

Tal nivel de audiencia global «le da a quien esté a cargo de curar esos feeds y controlar esos algoritmos un poder inestimable», dice la publicación de MintPress, y con razón. Durante la última década hemos presenciado, al menos en Latinoamérica, lo útil que ha sido Facebook para montar y/o apoyar operaciones de desinformación y censura contra los gobiernos que simplemente defienden la soberanía de sus naciones ante la injerencia estadounidense.

Por reseñar tres casos puntuales:

  • Nicaragua. A tan solo una semana de las elecciones presidenciales de 2021, Facebook tomó la decisión unilateral de suspender cuentas vinculadas al gobierno sandinista, alegando que eran bots que tenían un «comportamiento inauténtico». Más tarde, los dueños de las cuentas hicieron videos demostrando que eran personas reales.
  • Cuba. Facebook fue utilizado en la última oleada conspirativa en la Isla, la cual tuvo como clímax la marcha fracasada del 15 de noviembre de 2021. Uno de los operadores políticos del golpe, Yunior García Aguilera, tenía en la red social un grupo de 33 mil seguidores donde se denunciaban supuestos ataques por parte del gobierno cubano y se emitían mensajes violentos o amenazantes.
  • Venezuela, México y Bolivia. La compañía CLS Strategies, con sede en Washington, creó 55 cuentas y 42 páginas en Facebook, además de 36 cuentas en Instagram, dirigidas a manipular la opinión pública en Venezuela, México y Bolivia. Para ello fueron destinados 3.6 millones de dólares en publicidad.

¿Por qué los exagentes de la CIA son tan codiciados para Meta?

Elizabeth Murray, exagente de la CIA retirada con 27 años de carrera, comentó a MintPress que una de las razones para contratar a funcionarios estadounidenses que se desempeñaron en el área de Seguridad Nacional es el dinero que se ahorran las empresas al hacerlo, pues «es probable que el individuo haya recibido una amplia formación profesional (a expensas del contribuyente) y probablemente tenga una autorización de seguridad», una característica que es difícil y costosa de obtener en el sector privado. 

Ya era usual que empresas como las contratistas de defensa, vinculadas a asuntos de secreto de Estado, sedujeran con salarios jugosos a miembros y exmiembros de tales instituciones públicas, pero lo nuevo, refiere Murray, es que las compañías tecnológicas se estén sumando a la misma práctica, «que ahora están muy metidas en la vigilancia, el control y la censura de contenidos, y que luego comparten datos sobre los usuarios con entidades gubernamentales estadounidenses».

El creciente monopolio de los gigantes tecnológicos que controlan los datos y la información de miles de millones de personas tiene un valor imponderable. No es extraño entonces que los que ya controlaban la hegemonía de medios masivos tradicionales ahora tomen por completo las plataformas como Facebook, y tampoco hay por qué extrañarse de que China prohíba en su territorio el acceso a las corporaciones de tecnologías fundadas en Occidente o que Rusia las vete en medio de su operación militar especial en Ucrania.

Las redes sociales han sido convertidas en campos de batalla política, y los Estados que son atacados bajo esta modalidad deben actuar en consecuencia.

Chapeando: El bombero de Biden

Por: Arleen Rodríguez Derivet

El Nuevo Herald ha publicado ayer una versión política de la posible causa del incendio en Matanzas y la ausencia de un equipo norteamericano en el terreno, citando a un jefe de comando de bomberos del sur de la Florida.

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Crítica y polémica en el vacío posmoderno.

Por: Néstor Kohan

Fragmento del prólogo al libro La isla posibleEnsayos sobre ideología y revolución, del intelectual cubano Enrique Ubieta (Buenos Aires, Ediciones Acercándonos, 2022)

“¿Y si juntamos lo mejor del capitalismo y el socialismo?”. ¡Vaya propuesta repleta de dislates y disparates! Tal vez sería divertido formular esa pregunta después de probar un cigarro de marihuana. ¡Las ensoñaciones imaginarias no son pecado! Soñar no cuesta nada, dice el refrán popular. Incluso el mundo de la imaginación y las ensoñaciones ayuda a llevar mejor la vida. Aunque entre sueños y realidad suele haber… una pequeñísima distancia.

Pero si dejamos las bromas referidas a la marihuana al costado y pretendemos un mínimo de seriedad intelectual, formulemos esa misma pregunta a Bill Gates, Elon Musk, Carlos Slim o George Soros a ver cómo la responden. O tal vez podríamos interrogar a los magnates que lideran el Foro Social de Davos a ver si acuerdan.

A propósito de esa interrogación, recuerdo una visita del pensador belga Ernest Mandel, en marzo de 1993, a la Universidad de Buenos Aires (UBA). Mandel era uno de los mayores economistas marxistas del mundo. Hasta representantes del FMI o del Banco Mundial, enemigos a muerte de sus teorías, querían conocerlo en persona (según el testimonio de algunos discípulos suyos).

Mandel también estuvo en la isla caribeña en los años sesenta y participó en “el debate cubano” (1963-1964). Cuando llegó a Buenos Aires en 1993, hace ya tres décadas y a poco tiempo de la caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética (de la cual él era crítico), dio una conferencia en la UBA. Todo el mundo fue a escucharlo. A mí me tocó hacerlo de pie, porque ya no cabía un alma en el recinto, junto al profesor José Sazbón (uno de los mayores eruditos de la cultura de izquierda argentina).

Su conferencia no se grabó ni filmó, lamentablemente. Pero la recuerdo al detalle. Allí Mandel, en uno de sus pasajes centrales, nos dijo: “Ustedes en Argentina idealizan a los países y sociedades escandinavos. Particularmente a Suecia. Lo que ustedes no saben es que en esos países, modelos de la ‘socialdemocracia’ a nivel mundial, gobiernan en realidad cuatro o cinco familias de poderosos millonarios”. No era la advertencia de un improvisado o un diletante sino la de alguien que sustentaba sus análisis con datos, estadísticas y una cantidad abrumadora de estudios, libros y trabajos de investigación empírica. Como europeo occidental, conocía de primera mano aquello de lo que estaba hablando.

Al leer algunas de las polémicas del libro de Enrique Ubieta, me da la impresión de que esa misma idealización de la socialdemocracia nórdica también prolifera en Cuba, a pesar de que los principales países escandinavos han solicitado recientemente su ingreso a la OTAN, abandonando toda pose de “neutralidad”. Es decir, subordinándose completamente, sin pena ni gloria, al neoliberalismo furioso y a la política belicista del imperialismo norteamericano y occidental.

¿Serán entonces un modelo realista para el futuro de Cuba? ¿O lo que le espera a esta isla irredenta, si rompe definitivamente con el socialismo e inicia su “aterrizaje suave” en la economía social de mercado es…, sin mayores vueltas, Puerto Rico? Cualquier polémica sobre la socialdemocracia para Cuba no debería eludir estas preguntas.

Sigamos entonces con los cantos de sirena que apabullan el bombardeo mediático de la dictadura del algoritmo: “No discutamos de ideología, discutamos de bienes de consumo de última generación. ¿A quién le interesa la mejor vacuna cubana contra la pandemia de la COVID-19 comparada con el televisor gigante y el último automóvil a la moda en Miami?”.

En otras palabras: “Si nos subordinamos al águila, vamos a tener en la vidriera el más reciente modelo de teléfono inteligente, la última versión de las computadoras de diseño y la motocicleta que utilizan los winners (ganadores), aunque nos cueste perder la bandera propia, nuestro lenguaje, nuestro cine, nuestra literatura y nuestra identidad”.

Para expresarlo con claridad y sin ambigüedades: ¿qué importa si dejamos de ser Cuba y nos convertimos en Puerto Rico, si a cambio llegan las mejores marcas de ropa, los sintetizadores que reemplazan una orquesta entera y los teléfonos celulares más complejos?

Aunque el problema macro que recorre todo el libro de Enrique Ubieta gira en torno al debate de fondo sobre las ideologías en pugna, las perspectivas que el autor va recorriendo para abordar estos problemas y responder aquellas interrogaciones se ubican en diferentes niveles y dimensiones.

A nuestro entender, principalmente tres: (a) las discusiones estratégicas, de índole prioritariamente teóricas; (b) los debates y polémicas políticas y (c) las reflexiones aparentemente minimalistas e “inocentes” sobre la vida cotidiana.

No hay nada más práctico que una buena teoría

¿Cómo convencer a todo un pueblo de que, por fin, se rinda y reciba con los brazos abiertos a su enemigo histórico?

Recordemos que los grandes teóricos de las confrontaciones y conflictos, el prusiano Karl von Clausewitz y el británico Basil Liddell Hart, sostenían en sus respectivas doctrinas que “la mejor guerra es la que se gana sin combatir”. Para ello hay que desarmar ideológicamente al enemigo que se pretende someter. Persuadirlo que es inútil toda resistencia. Si la fuerza de quien resiste reposa en su firmeza ideológica, pues entonces: ¿qué mejor que pretender abandonar toda ideología?

Ubieta nos explica con gran claridad y en forma muy amena, para que lo entienda todo el mundo, que el repetitivo eslogan “¡fin de las ideologías!” es, también, él mismo, una ideología.

¿En qué consiste, para el caso específico cubano, esta ideología del “fin de todas las ideologías” y el reclamado abandono del “lenguaje polarizante”? Simplemente, en una invitación a estrecharnos en un abrazo perverso entre exrevolucionarios, cansados o conversos, con el viejo y ya senil amo imperial. Esto es, recibir con amabilidad, mansedumbre y el mayor complejo de inferioridad imaginado a quienes sometieron durante seis décadas al pueblo cubano a un bloqueo irracional, condenado por la casi totalidad de la comunidad internacional. Aceptar el regreso, con el sombrero en la mano, la cabeza gacha y la mirada dirigida hacia el suelo, de quienes intentaron asesinar más de 600 veces al principal dirigente histórico de la Revolución cubana. Considerar como “hermanos de la misma familia” a los especialistas en técnicas de tortura, maestros de varias generaciones de fuerzas represivas latinoamericanas.

Aquellos mismos que se vanaglorian públicamente (en videos, entrevistas, libros de memorias) de ser “expertos” en golpes de Estado, procesos electorales fraudulentos, arquitectos del lawfare, injerencismo en países soberanos. Los principales responsables de cientos de miles de personas desaparecidas en todo el continente (desde Guatemala, El Salvador y Perú hasta Chile, Argentina y Brasil). Los que utilizaron el narcotráfico y la venta ilegal de armas para financiar a la contrainsurgencia en Nicaragua, asesinando monjas, maestras y médicos.

Quienes nos invitan con cara de feliz cumpleaños y en un tono suave y amable a “abandonar las anteojeras ideológicas” pretenden que las víctimas y sus verdugos se estrechen mejilla con mejilla, pecho con pecho, brazo con brazo.

Pero el abordaje del problema de las ideologías y la teoría que las estudia (se la conciba como “falsa conciencia” o como “concepción del mundo vinculada a intereses”) no es abordado por Ubieta en términos genéricos y universales como lo hacen los especialistas Terry Eagleton o Carlos Pereyra, siguiendo las enseñanzas de La ideología alemana de Marx y Engels o los Cuadernos de la cárcel de Gramsci.

Enrique Ubieta terrenaliza aquel debate remitiendo la discusión teórica de las ideologías a otros problemas, vitales, cruciales y fundamentales para comprender a Cuba, su conflicto con el imperialismo norteamericano y sus variados intentos de navegar por aguas inciertas hacia una sociedad más justa: el socialismo.

En ese punto, el libro recupera y prolonga la dimensión historicista y dialéctica que se interroga por la pluralidad y coexistencia de múltiples contradicciones en la sociedad contemporánea, tratando de escudriñar cuál es la principal y cuáles son las secundarias. El autor encuentra que la principal contradicción social del mundo actual (marcado a fuego por la crisis del imperialismo entendido como sistema mundial, no exento de desarrollos desiguales, dependencias, saqueo, explotación, etc.) es aquella cuyo antagonismo irreductible enfrenta a “los países explotadores” con los “pueblos y países explotados”.

De allí infiere que Cuba, antigua colonia española, luego país dependiente y neocolonia norteamericana, que logra su independencia y autodeterminación nacional a partir del triunfo del movimiento revolucionario encabezado por Fidel Castro, solamente podrá mantener dicha autodeterminación como nación soberana (frente al “autonomismo” y el “anexionismo”, vestidos con nuevos ropajes) si al mismo tiempo se mantiene firme en esa búsqueda de una nueva sociedad no capitalista, conocida popularmente como el socialismo.

Rápidamente, el autor nos aclara que no existe un modelo único de socialismo y que este no constituye un punto fijo y estático de llegada de una vez y para toda la eternidad. Dejando a un lado aquellas viejas definiciones de manual que la vida misma puso en crisis, Ubieta considera que el socialismo es un proceso abierto y un camino sin final preasegurado de antemano. Nunca un estado de cosas cristalizado y detenido en la historia.

Hecha esta aclaración fundamental, agrega que si se abandona el proyecto socialista en nombre de los cantos de sirena del pragmatismo mercantil, automáticamente Cuba perderá su independencia soberana y su autodeterminación nacional. Por eso, según sus argumentos, resulta fatuo y vacío pretender separar a José Martí de Marx, Fidel y el Che.

No pueden existir un “patriotismo” ni un “nacionalismo” cubanos (donde Miami y La Habana podrían, por fin, bailar la misma melodía, jugando al dominó y comiendo frijoles) que no sean al mismo tiempo antiimperialistas y socialistas. No por una definición de diccionario, no por un espíritu “axiomático” ni un dogma de manual, sino por la experiencia histórica.

El imperialismo se ha fagocitado a numerosas revoluciones que no pudieron o no supieron ir a fondo. Allí están los ejemplos, incluso triunfantes, de la revolución mexicana de comienzos del siglo XX o la revolución boliviana de 1952. ¡Ambas triunfaron! Pero no pudieron ir a fondo, no se plantearon dejar atrás el capitalismo dependiente, por eso terminaron retrocediendo y finalmente restaurando las relaciones de explotación y dominación previas a los triunfos revolucionarios.

Con esa apabullante y demoledora experiencia continental en la espalda, ajena a todo dogma “ideológico”, lo más pragmático, lo más realista y lo más viable es continuar navegando contra viento, marea y huracanes en búsqueda de una sociedad más justa, el socialismo, sin dibujar “modelos” de pizarrón, predeterminados de antemano.

A 90 millas del monstruo que en plena crisis y declive hoy pretende arrastrar al planeta entero hacia la guerra nuclear, Cuba no puede darse el lujo de pretender ser Suecia, como sueñan los “cubanoamericanos” (aquellos del “aterrizaje suave”) y varias becarias de la Fundación Ebert o pupilos de George Soros (campeones en las redes del “republicanismo socialdemócrata” y el perverso abrazo entre opresores y oprimidos).

Solo con esas reflexiones, ya el libro habría cumplido su cometido. Pero Ubieta no se conforma. Va por más.

Entonces vuelve sobre uno de los problemas al que le dedicó un libro entero publicado en 2012: aquel debate abordado por Rosa Luxemburg frente a los gerontes etnocéntricos de la antigua socialdemocracia colonialista europea: ¿reforma o revolución?

Ubieta no vuelve sobre la triste y patética herencia de Eduard Bernstein (cuyos argumentos son hoy reciclados y/o plagiados, sin citar al abuelo fundador, por euro-“comunistas” españoles, críticos de Cuba pero apologistas de la OTAN). Nuestro autor no se interna en una biblioteca para hacer la historia de las ideas. Pensando en un público juvenil, ubica el debate en el siglo XXI y lo formula específicamente para el futuro de Cuba. Su debate es situado, no abstracto.

Si en el pasado la isla de Fidel y el Che fue uno de los faros de la rebelión continental, ¿hoy en día se va a convertir en una nueva meca, ahora reformista y socialdemócrata? ¿O continuará, en las nuevas condiciones históricas, apostando por un cambio permanente, sistemático y continuo en medio de un mar cada vez más embravecido? Invitamos a quienes leen este libro a buscar en sus páginas la respuesta y a continuar la lectura, si acaso interesa, en otros libros y ensayos de Ubieta que también abordan dicho problema.

Finalmente esta obra analiza otros problemas de fondo, estratégicos, pero no circunscritos a la política.

Por un lado el drama humano de la vida y la muerte, una joya de pensamiento estilísticamente tan bien pulida y lograda que puede ser leída incluso por gente que no conoce una línea de marxismo.

Por el otro, una temática central en los Manuscritos de 1844 de Marx, leídos y estudiados al detalle tal como podemos apreciar en numerosos escritos y discursos del Che Guevara: el conflicto entre “el tener” (la mediocre utopía que nos proponen desde la Florida y cada noche por la TV capitalista) y “el ser”, entendido no como una metafísica indefinida y eterna sino como un nuevo sentido de la vida, infinitamente superior a cualquier manual de autoayuda, de esos que se venden en supermercados y librerías de shopping (al menos en Argentina).

Ya Ubieta analiza dicha cuestión del tener y el ser en un libro que lleva precisamente esa contradicción en su título. Pero aquí vuelve a profundizar encontrando nuevas modulaciones de una crítica radical del consumismo depredador, del vacío posmoderno y de la cultura de vidriera.

Para fundamentar su inteligente razonamiento nos aporta un pasaje de José Martí (carta a María Mantilla, del 9 de abril de 1895) que nos deja con la boca abierta por lo precursor del Apóstol en ver lo que se venía… Martí no conoció los manuscritos que Marx redactara en París en 1844 ni tampoco el texto “El fetichismo de la mercancía y su secreto”. Pero con otro lenguaje, llega a las mismas conclusiones de Marx. ¡De una apabullante vigencia en nuestros días!

Crítica y polémica en el vacío posmoderno

Si la primera dimensión de su libro navega en las aguas movedizas de los debates teóricos de fondo, estratégicos, en la segunda se anima a abordar otra serie de discusiones, principalmente centradas en la política.

En ese terreno, observado su libro desde un ángulo macro, Ubieta se esfuerza por reactualizar y recuperar el espíritu de ofensiva del movimiento revolucionario, durante demasiado tiempo dejado en un cajoncito “a la espera de tiempos mejores”. ¡No! ¡Definitivamente no! Ya es hora de romper con la mentalidad de fortaleza asediada y de dejar de ubicarnos invariablemente a la defensiva. Este libro y otros que circulan en nuestra época se animan –¡excelente decisión, por fin!– a poner punto final al (injustificado) complejo de inferioridad de la tradición revolucionaria.

Y entonces, Ubieta se mete de lleno con algunas “modas”, endebles, vacuas, tremendamente blandengues y en muchos casos repletas de plagios de la socialdemocracia europea, el socioliberalismo italiano y las reminiscencias tardías el euro-“comunismo” español. En ese rubro, Ubieta aborda el vínculo amañado y tirado de los pelos que pretende homologar, en un ecléctico pastiche posmoderno, la “Ilustración” con el republicanismo neocolonial, un salvavidas de plomo para la Revolución cubana… Maridaje forzado que pretende instalar, pasito a pasito y sin que nadie se dé cuenta, la peregrina idea de una supuesta sociedad “posrevolucionaria”…

¡Un nuevo “POS” por si no alcanzaran ya el posestructuralismo, el posmarxismo, el posmodernismo, los estudios poscoloniales, el posobrerismo, y tantos otros derivados de las metafísicas “POS”!

Ubieta explica, con mucha paciencia, lo que debería ser obvio pero ya no lo es. Si la Revolución cubana quedó en el pasado y si hoy estaríamos habitando una sociedad “pos”, las únicas salidas posibles para vivir mejor serían… individuales. Adiós a todo proyecto colectivo. Y no solo individuales, sino también… in english¿Do you understand? (en inglés. ¿me entiendes?). Otro atajo sin salida que nuestro autor identifica, señala y deja marcado para evitar ingenuidades.

La comida recalentada de la vieja socialdemocracia

Y entonces el libro, sin ningún complejo de inferioridad y sin miedo a los linchamientos mediáticos (a los que nos tienen acostumbrados el gusanaje de Miami y sus ventrílocuos y voceras más cercanos, lo hemos sufrido en carne propia), se mete de lleno con la discusión de la socialdemocracia y el tan mentado “centrismo” (versiones en clave caribeña de la fracasada “tercera vía”). O sea, la forma elegante y pretendidamente chic que asume la ideología de la restauración del capitalismo dependiente en Cuba.

Este es uno de los principales núcleos polémicos del libro, que dicho sea de paso, no se agota en esta obra. Porque el gran caballo de Troya que diversos pupilos de Soros, exultantes becarias de la Fundación Ebert y no pocos “cubanoamericanos” pretenden presentar como una brillante novedad y un descomunal descubrimiento teórico-político… en realidad es más viejo que la humedad. Solo que ahora goza del beneplácito (léase: abundantes dólares y euros mediante) de la contrainsurgencia norteamericana y de la OTAN. Fracasado ya el terrorismo primitivo de Posada Carriles y sus cómplices criminales, el mismo proyecto se presenta ahora, de forma mejor empaquetada y vistosa, como “socialdemócrata”. Remitimos al público a la lectura de cada una de las polémicas de Ubieta quien sin faltarle el respeto a nadie y con un tono, si se quiere, mesurado y elegante, ubica a cada quien en su sitio.

No nos sorprende ni nos afecta en lo más mínimo que “cubanoamericanos” (que encima se autodefinen como sionistas, por si no alcanzara su obsecuencia con el imperialismo yanqui) balbuceen una serie de lugares comunes con el gesto y el talante de los habituales “expertos” de universidades ignotas que desfilan por CNN como si fueran supuestos sabiondos, cuando son unos ignorantes como para exponerlos en una mesa de observación.

En cambio, sí nos da sinceramente pena (es decir, lástima y por momentos dolor) que antiguos revolucionarios radicales se dejen seducir por semejantes engendros indigeribles. Lo cual le permite reflexionar a este prologuista –tal vez tardíamente– que quizás no todo lo que en el pasado se presentaba como “heterodoxia” era completamente radical y de izquierda.

Recuerdo de forma nítida, por ejemplo, que uno de aquellos “heterodoxos” del pasado, antiguo amigo personal, me expresó una vez, ¡por escrito!: “Néstor: yo soy el terror de los utopistas” (sic). Me escribió en un correo electrónico lo que ya me había manifestado oralmente en varias ocasiones. ¿A quiénes pretendía descalificar como supuestos “utopistas”, con su habitual voz gruesa y su humor irónico y ácido que tanto nos divertía y nos hacía reír en nuestras conversaciones habituales? Pues a quien escribe este prólogo y fundamentalmente al querido amigo, compañero y maestro Fernando Martínez Heredia… Y nos llamaba despectivamente “utopistas”, porque nos asociaba al Che Guevara, por oposición a su admirado Adam Przeworski (liberal nacido en Polonia, nacionalizado estadounidense) y otros gurúes internacionales adoptados como guías incuestionables por los intelectuales del PSOE español.

Dialogando con Martínez Heredia en su propia vivienda de La Habana, alguna vez Fernando me dijo: “Tú sabes bien quién ha sido consecuente y quién no; quién continúa en la perspectiva del Che y quién no”. Y la contraposición teórico-política sobre la que me alertaba Fernando Martínez Heredia continuó con detalles que prefiero no volcar en este prólogo. En aquella ocasión yo escuché en silencio, callado y atento. No quise echar leña al fuego. Pero las notables diferencias estratégicas dentro de las “heterodoxias” cubanas estaban claras.

No todos quienes cuestionaban y se oponían a los antiguos dogmas de origen soviético lo hacían por izquierda y desde el comunismo.

Algunos lo hacían por derecha y con no poca simpatía por la socialdemocracia. A partir de una admiración escasamente disimulada por el Mercado, concebido como la lámpara de Aladino que supuestamente iba a resolver todos los problemas pendientes de Cuba.

(Tomado de La Pupila Insomne)

La era pos-Castro. Por. Arleen Rodriguez Derivet

Cuba Post-Castro. Obra Gráfica de Ares

Fidel se reía mucho de los planes de sus enemigos “para la era pos-Castro”. Un día dijo que mientras ellos hablaban de ese momento, él trabajaba para ese momento.

Y vaya si les ganó de nuevo. Apenas una semana antes de cumplir los 96 años de nacido, y cuando ya lleva más de un lustro ausente, su nombre volvió a levantarse como el monumento que expresamente prohibió que se le hiciera.

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Fidel, siempre Fidel. Por Atilio Borón

Foto: Tomada de atilioboron.com.ar.

El pasado 13 de agosto cumpliría 96 años Fidel Castro Ruz. El estadista que sintetizaba en su persona saber y valor; conciencia y coraje dejó una impronta que se extiende desde la segunda mitad del siglo veinte hasta nuestros días.

¿Quién se acuerda hoy de Kennedy, Nixon, Reagan,  Adenauer, De Gaulle, para ni hablar de Felipe González, Berlusconi, Thatcher, Gorbachev y, entre nosotros, Menem, Salinas de Gortari, Fujimori, Collor de Melo y tantos otros? ¿Cuáles fueron sus enseñanzas o su legado? Ninguno.

En cambio, Fidel, discípulo privilegiado de José Martí, nos dejó un acervo impresionante de conocimientos y experiencias, un ejemplo moral inmarcesible, una luz que sigue orientando la lucha inconclusa de los condenados de la tierra para poner fin a la dominación imperialista y sus peones oligárquicos en la periferia.

Por eso, Fidel es Fidel, y punto. Aquí lo vemos con un libro: “No nos crean, lean”, le decía a su pueblo sabiendo que sólo la cultura nos hará libres. ¿Cuántos jefes de estado dijeron, o dicen, lo mismo? Ninguno. ¿Por qué? Porque Fidel era de otra galaxia, un sabio que tenía una estatura intelectual y moral incomparable y, además, una valentía a prueba de fuego. ¡Feliz cumpleaños, Comandante, estés donde estés!

(Tomado de atilioboron.com.ar)

El milagro de Nancy Pelosi. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos Nancy Pelosi y la provocación a China que ello entraña, solo se puede interpretar como una acción más en la escalada de tensiones que Washington quiere generar en el mundo a fin de sostener su hegemonía global.

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Amnistía Internacional habla de Ucrania: Dobles raseros y crímenes sin castigo. Por Iroel Sánchez

Amnistía Internacional (AI) es una organización, no sin cierto sesgo pro occidental que ha venido durante décadas recibiendo el favor de los grandes medios de comunicación y gobiernos del Norte desarrollado y rico en la denuncia de violaciones de derechos humanos, muchas veces coincidentes con las agendas de estos. Sin embargo, recientemente ha cometido un desliz que ha puesto en situación de conflicto esa relación sinérgica.

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El “estancamiento estratégico” entre Estados Unidos y China. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

  DE LA PUPILA INSOMNE

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Tras la visita de Nancy Pelosi a Taiwán se despertaron muchas opiniones respecto de lo que podía y debía hacer China como respuesta. La semana anterior reseñamos algunas acciones que me hicieron llegar los lectores como conclusión de sus propias reflexiones. Muchas de ellas eran de carácter confrontacional y catastrófico, suponiendo la necesidad de una réplica por parte de China que hubiera conducido a una guerra, incluso de carácter nuclear. Tales opiniones no parecían considerar el impacto
que un evento de estas características tendría en todo el planeta. Algunos razonamientos, de forma temeraria -desde mi punto de vista- aseguraban que si no había una dura respuesta (entendida esta como una de carácter bélico) iba a manifestar debilidad de parte de China.

Tratando de anteponerme a este probable punto de vista escribí “No obstante, para los que suponían que la respuesta china iba a ser el derribo del avión de Pelosi, la invasión con una fuerza naval al territorio de Taiwán, o la devastación de la isla con una lluvia de misiles hipersónicos, hay que decir que no saben nada de China, de su filosofía, de su historia, ni de su práctica política y diplomática”.

Sin embargo, tal inquietud motivó la mía por lo que me dispuse a investigar a fin de dar a conocer lo que los propios chinos piensan en términos estructurales acerca de su confrontación estratégica con Estados Unidos. Por esta razón, daré a conocer los aspectos más importantes de un largo artículo escrito recientemente por el Dr. Huang Renwei vicepresidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái titulado “¿Por qué la disputa de China contra el poder
hegemónico estadounidense entró en una fase de estancamiento estratégico?”

En general el texto define que esa fase de estancamiento estratégico entre China y Estados Unidos es un intermedio entre las fases de “intensificación y amortiguación de la batalla”. Según el autor, esta etapa tendrá una duración de alrededor de 30 años en dependencia de las condiciones que China sea capaz de crear para lograr su objetivo de convertirse en una potencia moderna, del cambiante equilibrio de poder
entre Estados Unidos y China y de cuánto influyan los cambios de gobierno en Estados Unidos y el ajuste que puedan hacer de su política hacia China.

En el esfuerzo de explicar esta interesante idea que señala el carácter estratégico de la confrontación entre las dos potencias, el Dr. Huang explica que el concepto de «fase de contención estratégica»; fue acuñado por Mao Zedong en su obra «Sobre la guerra prolongada», publicada en Japón durante la Guerra de Resistencia. En ese entonces Mao definió tres etapas para dicha guerra: la ofensiva estratégica de Japón, el enfrentamiento estratégico (o estancamiento estratégico) de China con Japón y la contraofensiva estratégica de China.

Sobre la base de esa concepción, el autor desarrolla su hipótesis, pero advierte que en comparación con aquel conflicto, hay tres diferencias principales con la rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos en la actualidad: la primera es que esta nueva competencia no se produce en un marco de conflicto bélico. En segundo lugar, establece que la tercera etapa no estará signada por una contraofensiva estratégica, porque China no tiene el objetivo de derrotar completamente a Estados Unidos. La tercera diferencia es que tras un largo periodo de estancamiento estratégico, las relaciones entre China y Estados Unidos “entrarán en un estado de coexistencia y cogobierno”.

El investigador chino cree que la etapa de «estancamiento estratégico»; tiene tres características: el equilibrio relativo de poder entre las dos partes, la dificultad de que cualquiera de los dos bandos derrote al otro y la indefinición entre lo que podría significar la victoria y la derrota. Todo ello a partir de que ambas partes tienen una fuerte confianza en su capacidad para resistir y sostener el estancamiento
estratégico: “Estados Unidos confía en que mantendrá la hegemonía mundial durante más de 50 años, y China confía en que logrará el gran rejuvenecimiento de la nación para 2050…”

Esta fase de estancamiento estratégico que se transita está caracterizada por la dualidad de las estructuras de poder chinas y estadounidenses. Ello se explica porque Estados Unidos se ha mantenido relativamente fuerte durante su largo declive, mientras que China se ha mantenido débil durante su ascenso, lo cual se está modificando. Esta característica ha hecho que el fundamento principal que se vive es el de una etapa de cambios sin precedentes que se transformará con el tiempo.

Para Estados Unidos la dualidad significa una cada vez mayor brecha entre su poder hegemónico y sus objetivos, toda vez que cuando en el mundo bipolar Estados Unidos y la Unión Soviética eran superpotencias, su hegemonía mundial era incompleta. Tras el fin de la guerra fría y la desaparición de la URSS, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia del mundo, estableciendo una hegemonía unipolar que no pudo swostener como se manifiesta con la retirada de las tropas de Afganistán y la crisis en Ucrania.

No obstante, en este período de largo declive estadounidense, Washington sigue siendo el país más poderoso del mundo basado en su considerable control financiero, mayor innovación científica y tecnológica, superior poder de ataque militar y la capacidad de influir en la opinión pública del mundo. En este sentido, hay que considerar que “declive de la hegemonía” no es lo mismo que “debilitamiento del poder nacional global” de Estados Unidos. Además, el sistema internacional actual heredado de la segunda guerra mundial sigue estando influido en una forma determinante por Estados Unidos, no obstante que ahora está intentando alterar esa situación, estableciendo lo que denomina «orden internacional basado en reglas» que no es más que una nueva imposición estadounidense.

En este punto, el también director del Instituto Pudong para la Economía de Estados Unidos dice que se deben considerar otras variables, si la confrontación entre las potencias emergentes y las defensoras es inevitable en el proceso de transferencia de poder a las grandes potencias. Así mismo, si la reducción de la brecha de poder entre las potencias ascendentes y las defensoras creará límites y conducirá a un
enfrentamiento estratégico. Dicho en otras palabras, se debe tener en cuenta que en 2001, la economía de China era el 10% de los Estados Unidos mientras que este año llegará a ser del 77%. Esa cifra continuará ascendiendo sin que Estados Unidos pueda impedir que China lo alcance y lo supere
Otra variable que obliga a la reflexión es si las contradicciones estructurales entre China y Estados Unidos pueden transformarse en relaciones de confrontación en determinadas condiciones, o en relaciones de cooperación en otras. China y Estados Unidos tienen un alto grado de interdependencia y coincidencia de intereses, y ninguno puede abandonar por completo la relación complementaria con el otro e implementar el llamado «desacoplamiento».

Desde mi punto de vista esta última aseveración encarna una contradicción dialéctica, toda vez que no parece posible que en el futuro pueda haber “relaciones de cooperación” entre Estados Unidos y China porque ello entraña una confrontación antagónica entre socialismo y capitalismo, si es verdad que como se ha enunciado una y mil veces y se reiterará en el próximo XX Congreso del Partido Comunista de China, el país avanza hacia el socialismo. Este tema es obviado en el análisis del Dr. Huang.

En una nueva arista del asunto, también se analiza cuál pueda ser la duración de esta fase de estancamiento estratégico. El académico chino considera que eso dependerá de la velocidad del cambio en el equilibrio de poder entre las dos partes. Este poder se refiere a una competitividad global que abarca todos los factores, incluidos los económicos, militares, diplomáticos, políticos y de opinión pública en los que la competitividad científica y tecnológica viene a ser un elemento decisivo para
establecerse como potencia nacional global contemporánea, por lo cual, la velocidad del desarrollo tecnológico de China determinará la duración de esta fase. En cuatro áreas: ciencia y tecnología, militar, finanzas y poder blando, Estados Unidos sigue siendo dominante y aunque la diferencia con China se está reduciendo, la misma sigue siendo significativa no obstante que se espera que para 2035, China se acerque al nivel de Estados Unidos en áreas tecnológicas básicas en su camino hacia el cumplimento de
las metas estratégicas trazadas para el centenario de su fundación en 2049.

Este es el marco que permite entender la tendencia general de las relaciones entre Estados Unidos y China a fin de mantener la estabilidad estratégica, considerando –como se dijo antes- que cada cambio de presidente en Estados Unidos significará oscilaciones en la política entre las dos potencias.

Este contexto debería llevar a China a explotar el éxito de estos cambios cíclicos con el objetivo de ganar la iniciativa estratégica y aprovechar este periodo de amortiguación, evitando una confrontación a gran escala con Estados Unidos. El Dr. Huang concluye afirmando que: “…si queremos evitar un enfrentamiento estratégico entre Estados Unidos y China en un período de 20 a 30 años, tenemos que aprovechar […] para digerir las secuelas dejadas por el período anterior de intensificación y
prepararnos para la crisis que puedan surgir en el siguiente período…”.

Como se puede observar, el asunto es mucho más complejo que las repercusiones que pueda generar el viaje de la señora Pelosi a Taiwán, la diatriba en torno a si se debió haber derribado su avión e incluso la posibilidad de ocupar Taiwán por la fuerza, operación que en términos militares no debería mayor inconveniente para China, pero que conduciría a una conflagración que Beijing quiere evitar a toda costa, porque el éxito de su pensamiento y de su filosofía, se sustenta en ganar por la superioridad de su poder blando, tal como se extrae de las enseñanzas de Confucio.

Twitter:@sergioro0701

Estados Unidos y su historia de crímenes de guerra. (Parte II). Por Fernando García Bielsa

Aunque el orden internacional existente se estableció bajo la hegemonía y, en buena medida, según sus conveniencias, Estados Unidos no dudará en ignorar las reglas estime que algún proceso o circunstancia puedan dañar sus intereses. Esa potencia busca la impunidad y su sistema legal es además inadecuado para fijarle a los criminales las debidas penas que merecen. En el caso de escándalos en el marco militar la regla y el empeño es acudir al encubrimiento de la verdad.

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