Ciento veinte años después, el espíritu de los que aplaudieron el advenimiento de la República, el 20 de mayo de 1902, maniatada por una potencia extranjera, asoma, unas veces desembozadamente, otras de una manera insidiosa, en actos y actitudes que no deben pasar inadvertidos

Ciento veinte años después, el espíritu de los que aplaudieron el advenimiento de la República, el 20 de mayo de 1902, maniatada por una potencia extranjera, asoma, unas veces desembozadamente, otras de una manera insidiosa, en actos y actitudes que no deben pasar inadvertidos.