
#Cuba: de julio a noviembre.
En el mundo ha llamado la atención la enorme diferencia entre los hechos vividos en Cuba del 11 de julio y el 15 de noviembre pasados. Tal diferencia no fue obra de la casualidad, ni de lo que medios (des)informativos procuran vender como “brutal represión por parte de una feroz dictadura”.
Esos medios no denuncian —a lo sumo los mencionan tímidamente, aparentando imparcialidad— los crímenes de gobiernos como el colombiano, el chileno y el israelí, o el estadounidense. Particularmente en este último caso, contra ciudadanos que, por venir de antepasados africanos, “negros”, cargan con desventajas en un país dominado desde sus orígenes por el supremacismo o “mesianismo blanco”.
En Cuba, por más que sus enemigos intentan inventarlo sin ningún pudor, no ocurre nada comparable con esos crímenes. El 11 de julio miembros de la Policía Nacional Revolucionaria —mujeres incluidas— salieron desarmados a defender el orden ciudadano y la tranquilidad pública, y fueron quienes recibieron golpes de los manifestantes. Si algún vehículo sufrió actos vandálicos, fue un carro patrulla.