
#Cuba en las Olimpiadas, orgullo nacional (+Fotos +Video)
Cada salida competitiva de los atletas cubanos en Tokio es una victoria. Cada actuación de nuestros compatriotas en el escenario de las Olimpiadas es orgullo nacional y medalla a la constancia, la entrega, el sacrificio y también al honor.
El grueso de las naciones que han obtenido la mayoría de los escaños olímpicos durante esta primera semana de épica contienda deportiva, pertenece al primer mundo. La mayoría a Europa y Asia, donde a pesar de la pandemia de COVID-19 existe la posibilidad de poder competir un país con el otro por las cercanías de las fronteras. La mayor cantidad de los pocos eventos de alto nivel celebrados previos a Tokio, tuvieron lugar en el llamado Viejo Continente. Es una ventaja.
Los deportistas cubanos han llegado a la más encumbrada cita de los cinco aros, después de recorrer caminos empedrados. La tensión de la pandemia, con déficit de entrenamientos en muchos casos por la intermitencia de la preparación que respondió a momentos de alta tensión sanitaria, incluso con deportistas que debieron vencer la COVID, y adicionalmente con el duro estigma del bloqueo de los Estados Unidos, donde el deporte en nuestro país es un blanco directo. Y no son meras palabras, sino realidades.
Conocí anécdotas sobre cómo nuestros tiradores se han entrenado con falta de municiones, incluso cómo algunos de ellos lo hicieron sin apenas realizar disparos a las dianas, en una disciplina sumamente exigente en cuanto a tecnología, no solo con las municiones que usa, sino también por lo costoso de su armamento e indumentaria.
Vimos a la gimnasta Marcia Videaux luchar con vergüenza en el caballo de salto, ante verdaderos monstruos de la especialidad, que por mucho multiplicaron el número de competiciones realizadas por la nuestra durante los últimos meses.
En las redes sociales pululan comentarios sobre sofisticados trajes para los nadadores, aunque ahora bajo la mirada directa de la FINA, de zapatillas para correr hechas casi a la medida de los deportistas de renombre, y de leotares para gimnastas del primer mundo que, aunque no deciden una medalla, marcan diferencias con otras deportistas de naciones menos favorecidas.
Cada año que pasa el deporte se convierte en una maquinaria sofisticada para aligerar cargas, y catapultar a los atletas hacia marcas antes impensables, por lo que detrás de todo ello se mueve una silenciosa pero robusta maquinaria comercial para ganar más financieramente.
Escasez de competencias aparte, los atletas nuestros se enfrentan a todos los vaivenes por falta de instrumentos deportivos que no pueden ser adquiridos en el exterior, y cuando se ha podido es a costa de un tremendo esfuerzo del INDER, porque las exigencias de los certámenes no dejan margen si deseamos ubicarnos en una buena posición.
Aun así, la pequeña pero corajuda delegación olímpica cubana está en el medallero. Hasta este viernes con una medalla de plata y otra de bronce, las dos saben a oro. El taekwondoka Rafael Alba abrió la senda que continuó hace apenas unas horas Idalis Ortiz.
Idalis tremenda. Nunca perdió su optimismo, ni tampoco la sonrisa y concretó su cuarta medalla olímpica. Recuerdo que antes de partir, durante el acto de abanderamiento de la delegación cubana, en la base del Monumento a José Martí afirmó: “Esperen lo mejor, son mis últimos Juegos Olímpicos y daré el 120 por ciento para ganar esa medalla que todo el pueblo espera de mí”. Y cumplió.
La morena apenas nos dejó dormir, nos puso los nervios de punta, con ella imaginariamente vivimos shidos y wazaris, pero también con Idalis Ortiz gritamos de alegría cuando la medalla se concretó. Ella y otros compatriotas que no obtuvieron medallas pero lucharon, ya forman parte de esa historia de duras batallas impulsados por el Sí se puede, de sacar la casta curtida con el tiempo, para llegar hasta el límite y dejar bien profundo el nombre de nuestras cuatro letras.
Julio César la Cruz, nuestro el capitán del buque insignia cubano, el boxeo, nos dejó otra lección de humildad pero también entereza. Las batallas se ganan en el terreno, y cuando hay preparación, maestría deportiva y un valor enconado en el corazón, la fanfarronería calla. “¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!” Se escuchó alto y claro.
La cita olímpica de Tokio está a medio camino, pero ya los cubanos disfrutamos de la tremenda actuación de los nuestros. Falta camino, nuevas historias están por llegar. Desde allá los aplausos a nuestros deportistas del honor, aquí los esperamos y también los apoyamos.




