
#Bloqueo: más allá de las cifras.
Por: Susana Guerrero Fuentes.
La denuncia cubana volvió a retumbar en la Asamblea General de las Naciones Unidas y, como ya se ha vuelto habitual desde 1992, los números revelaron una nueva victoria. Con 184 votos a favor, 2 en contra y 3 abstenciones, las pizarras del salón marcaron el rechazo de la comunidad internacional al bloqueo estadounidense que lacera el desarrollo, trunca sueños y asfixia.
A lo largo de seis décadas, Estados Unidos ha intentado justificar la ola de medidas arbitrarias y agresiones contra Cuba bajo máscaras de “ayuda”, de “lucha por los derechos humanos” o “defensa de su seguridad nacional”, ha utilizado palabras más suaves, ha intentado disfrazarlo y jura que su guerra es contra el gobierno, no contra el pueblo cubano, sin embargo, al bloquear a un país ¿No bloqueas también a su gente?
Bien sabemos la respuesta los habitantes de la Isla, quienes en muchos pasos de nuestra cotidianidad vemos sus consecuencias y así, con ejemplos palpables, lo dejó claro el canciller Bruno Rodríguez en su intervención.
Los daños ocasionados a todos los sectores de la economía cubana, las pérdidas millonarias y la falta de acceso a materiales, productos y servicios del mercado internacional han tenido, durante el último año, un mayor impacto ante la crisis ocasionada por la pandemia de COVID-19.
“El gobierno de los Estados Unidos asumió el virus como aliado en su despiadada guerra no convencional”, recalcó el canciller, y con Donald Trump en el poder dicha alianza se volvió cada vez más inhumana. Durante los cuatro años de su mandato, el expresidente aplicó 243 nuevas sanciones para restringir viajes y remesas, incrementar la persecución financiera y privarnos de suministros.
Mientras, con su sucesor en la Casa Blanca, Joe Biden, las perspectivas no son muy alentadoras. Si bien durante su campaña electoral habló de revisar la política hacia la Isla y retomar la senda que abrió Obama, seis meses después de la toma de posesión nada ha mejorado y ha comentado que Cuba “no es una prioridad”.
Incluso, en el escenario internacional, cada vez más académicos y diplomáticos, tanto estadounidenses como de otras partes del mundo, reconocen que, para el país norteño, las políticas aplicadas contra Cuba representan un lastre, cuyo fracaso está más que demostrado y solo contribuyen a aislarlo.
Pese al apabullante apoyo que recibe Cuba en las Naciones Unidas cada año, a las diversas intervenciones de representantes de otros países y a los datos devastadores que dejan al embajador estadounidense sin argumentos, el bloqueo sigue ahí, cierra puertas y aplasta oportunidades.
El furor inmenso de una nueva victoria se ve opacado por la impotencia de que, a cada resolución presentada durante 28 años, Estados Unidos cierre los ojos y ate sus manos para no actuar en consecuencia.
Hablan de “libertad” y de “cambios”, y cada día aprietan más la cuerda que colocaron sobre nuestros cuellos hace 60 años. Pretenden ser nuestros salvadores con una política obsoleta y genocida, que viola los principios del Derecho Internacional y nuestra soberanía.
El informe presentado por Cuba resalta que los daños acumulados por el bloqueo desde sus inicios alcanzan los 147 mil 853 millones de dólares a precios corrientes. Es un número alarmante, no obstante, se puede cuantificar. La realidad del desabastecimiento, el esfuerzo de hacer ciencia y cultura con escasos recursos o el dolor de no tener un medicamento para un enfermo, en cambio, van más allá de las cifras.