Donde una vez terminado el caso de la Fiscalía, la defensa apela a una regla que permite a la jueza desestimar algunos cargos
El lunes 5 de marzo bajamos a la hora de siempre, aunque sabíamos que esa audiencia no sería una sesión de juicio típica, pues desde la semana anterior los abogados habían puesto mociones para que la jueza aplicara un procedimiento conocido como Regla 29, según el cual se pide que los cargos sean desestimados por falta de pruebas.
Esto había originado ya cierta cobertura de prensa, así como preocupación en los círculos de quienes nos quieren ver pasar por el garrote vil, pues aunque es una maniobra que rutinariamente se hace en los procedimientos criminales con muy poco éxito, hay muchos que parecen verle posibilidades en nuestro caso.
Ya desde el viernes, la señora Lenard había aceptado la petición de los abogados para realizar una vista en relación con la Regla 29 –esto último no muy común– y había pedido a los letrados de ambas partes que se prepararan bien para que fueran concisos y concretos: “Al fin tendremos un día corto”, comentábamos mientras éramos llevados a la sala. ¡Ño! ¡Verdad que con ese optimismo nuestro no hay quien pueda!A las 9:25 a. m. hace su entrada en la sala la honorable Joan Lenard. La jueza pide que las partes que no le han dado su moción por escrito, lo hagan. La Fiscalía parece ser la única que falta y lo entrega. Como cada parte y la jueza necesitan revisar los documentos presentados por el resto, se produce un intercambio de mociones de la Regla 29 de atrás pa’lante, de alante pa’trás, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha y de abajo pa’rriba, que en un momento crea una montaña de papeles en el buró de Lenard.
No hubo intercambio de arriba pa’bajo, porque en este caso la jueza no tiene que darle nada a nadie. Heck Miller pide un receso de diez minutos para leerse todas las mociones presentadas por los abogados y Lenard lo concede.
A las 10:00 a.m. Paul toma la palabra para exponer sus argumentos respecto al cargo más importante, el de conspiración para cometer asesinato, que con tanta mala fe se levantó contra Gerardo.
Dice que durante semanas se ha debatido dónde, cómo y en qué forma fueron derribados los aviones de Hermanos al Rescate, a pesar de que el cargo se basa en el conocimiento que Gerardo pudo haber tenido de lo que pasaría, así como en su supuesta ayuda para facilitar la confrontación.
—Para analizar esto debemos leer los mensajes radiales que con relación a este asunto han sido presentados a la Corte –dice Paul y pasa a examinarlos.
Un mensaje posterior al derribo le sirve de punto de partida para establecer que ni siquiera es seguro que Gerardo haya sido el depositario de todos esos mensajes. El mensaje, fechado el 14 de marzo del 96, indica al destinatario: “Dale a Giro (Gerardo) una copia del programa de cifrado”. McKenna señala:
—O sea, que en fecha tan tardía como marzo del 96, ni siquiera estamos seguros de que Gerardo tuviera la capacidad de descifrar los mensajes.
Y lee otros más:
Un mensaje temprano del 18 de noviembre de 1994, ya habla del regreso de Roque a Cuba con el fin de denunciar públicamente a Hermanos al Rescate. No se había determinado aún la fecha del viaje.
Un salto en el tiempo, y el 4 de diciembre del 95 otro mensaje indica a Roque que no estimule los planes agresivos de Basulto. Se vuelve a urgir sobre el viaje de aquel a Cuba, y se trata de precisar cuándo puede hacerlo.
Un mensaje del 12 de enero referido al lanzamiento de panfletos tres días antes. Pide información a Roque y a mí al respecto.
Un mensaje del 16 de enero de 1996 habla de la aprobación del viaje de Roque a Cuba. Paul establece que el mensaje no es para Gerardo, pues, según la misma Fiscalía, él estaba de vacaciones en Cuba.
El 20 de enero otro mensaje indica que Roque explore la posibilidad de regresar en un avión de Hermanos al Rescate.
Un mensaje de enero 25 insiste en que Roque tome un avión prestado, dada la importancia y repercusiones que el regreso de un piloto en esas condiciones tendría para denunciar a Hermanos al Rescate. Paul señala que Gerardo está en tránsito desde Cuba, en ese momento, y por tanto el mensaje no es para él.
—La Fiscalía sacó de la nada la teoría de que las cosas cambiaron cuando Gerardo regresó de Cuba –dice McKenna, pero ninguna evidencia indica eso.
Un mensaje del 29 de enero menciona por primera vez la Operación Escorpión, “para perfeccionar la confrontación de las actividades de Hermanos al Rescate”. La única tarea solicitada es que Germán (Roque) e Iselín (René) envíen información clara respecto a los vuelos.
El mensaje menciona violaciones del territorio nacional y no habla de aguas internacionales, explica Paul y dice que Cuba ha agotado otros medios. En él se pide que avisemos si Roque o yo volamos.
—No se habla nada de derribo en el mensaje, y Gerardo no tiene por qué suponer que se optaría por esa solución –dice McKenna.
Un mensaje del 31 enero del 96 pide información más detallada sobre los vuelos de Hermanos al Rescate: “que permita conocer sin lugar a dudas que Basulto vuela; [si] hay o no actividad de riego de proclamas o violación del espacio aéreo”, especifica el texto. También dice que evitemos volar entre el 24 y el 27 de febrero y, si no nos queda más remedio, digamos ciertas frases por radio.
Un mensaje del 2 de febrero del 96 comunica el regreso de Roque para finales del mes. Se filmará su entrada a la Fundación Nacional Cubano-Americana con motivo de la publicación de su libro Desertor,[1] y así utilizar la cinta para desenmascarar también a la Fundación, al regreso de Roque.
Mensaje del 14 de febrero del 96. Instrucciones sobre el viaje de Roque. Se explica que servirá para denunciar a Hermanos al Rescate.
Mensaje del 15 de febrero del 96. Se le da la opción a Roque de escoger la fecha de su viaje. No se planea sincronizar el mismo con el 24 de febrero.
Mensaje del 17 de febrero. Se nos instruye no volar con Hermanos al Rescate a Roque y a mí, para “prevenir alguna provocación y la respuesta de Cuba a la misma”. McKenna explica que esto sitúa cualquier problema en aguas cubanas.
Mensaje del 22 de febrero. Aprobada la Operación Vedette relativa al viaje de Roque.
Mensaje del 23 de febrero del 96. Se me instruye acerca de mi actitud hacia Basulto, una vez conocido el retorno de Roque a Cuba.
—¿No se suponía que Basulto estaría muerto? –argumenta McKenna. Mensaje del 24 de febrero. “Germán arribó O. K.”.
—Estamos en el día del derribo y no se habla de la Operación Escorpión –apunta Paul.
Mensaje del 1.o de marzo del 96. Se felicita a Gerardo por la Operación Germán. Ni palabra de Escorpión.
Mensaje del 8 de marzo: “No vendas tu auto a Giro (Gerardo)”. Evidentemente no dirigido a este.
Mensaje del 11 de marzo: “Usa el programa de Giro (Gerardo)”. Evidentemente no dirigido a este.
El mensaje con cuya mención Paul había comenzado esta relación, fechado el 14 de marzo del 96: “Dale a Giro (Gerardo) una copia del programa de cifrado”. Obviamente dirigido a otra persona.
Mensaje del 24 de abril del 96. Se reconoce a Gerardo por la Operación Germán.
—Nada de la Operación Escorpión –aduce Paul.
Mensaje de junio del 96. Comunica el ascenso de varios compañeros. Paul aclara que se trata de un ascenso rutinario, señala su relación con el aniversario del MININT.
Un documento desclasificado encontrado en la evidencia, donde se le da a conocer una orden de reconocimiento a Gerardo “por la Operación Venecia y su trabajo durante las provocaciones del pasado 24 de febrero, auspiciadas por el gobierno norteamericano”. Paul plantea que la referencia al gobierno se debe al trabajo de Gerardo durante la saga posterior al derribo, en el monitoreo de las actividades que pudieron haber tenido lugar contra Cuba: “Evidentemente el gobierno norteamericano no es Hermanos al Rescate”, dice Paul.
Conociendo el terreno, como he tenido oportunidad de hacerlo, supongo que la actitud de los Estados Unidos hacia Basulto se debe a una combinación de factores, como el miedo a la reacción electoral de quienes controlan el voto cubano, sentimientos encontrados y odios hacia Cuba de quienes tenían que aplicar las leyes, presiones políticas y cómplices abiertos de Basulto, entre los que debían tomar cartas en el asunto.
Después de terminar la enumeración de estos mensajes, McKenna cede el turno a una abogada que presentó por la mañana, de nombre Randy Golder, quien al parecer se especializa en apelaciones y es una autoridad, al menos local, en el tema. La señora Golder toma el podio para referirse a dos doctrinas legales que respaldan el retiro de los cargos a Gerardo.
La primera doctrina es la llamada “Doctrina de Estado”, que data del siglo pasado. Según la señora Golder, esta doctrina legal impide la jurisdicción de cortes criminales sobre actos de otros estados y, por tanto, la Corte no tiene jurisdicción sobre este caso. La abogada plantea que fue un acto de defensa, por parte de Cuba, de su soberanía, y como acto de Estado está amparado bajo esta doctrina.
La segunda doctrina es la de la “Inmunidad de un soberano extranjero”, la cual prohíbe la jurisdicción de la Corte sobre hechos ocurridos en otro país. La señora Golder se introduce en un laberinto legal por un tiempo, dejándome en la puerta, hasta que al fin sale y puedo volver a seguirla cuando regresa al inglés. Dice que esta doctrina trata del respeto de un gobierno por otro y, en pocas palabras, que el mundo sería un relajo peor del que ya es si no fuera por esta pieza legislativa. Cuba informó a los Estados Unidos, pidió, clamó y al final decidió detener las actividades de Basulto, expresa la señora Golder.
A las 11:10 toma el estrado Heck Miller. Nuestros puntos de vista son evidentemente distintos. Está de acuerdo en que el regreso de Germán (Roque) se había concebido desde antes, pero dice que el término de Operación Venecia se comenzó a utilizar algo más tarde:
—Tenemos que ser muy cuidadosos porque ellos cambian los nombres de las operaciones a menudo –añade sibilina.
Y expone la tesis de que Venecia y Escorpión son lo mismo, por lo que el mensaje de congratulación sitúa ambas, Venecia y el derribo, en el 24 de febrero, de manera que el regreso de Germán está vinculado al suceso:
—Hay que recordar que Germán e Iselín son instruidos a no volar –apunta.
La jueza le pregunta por las referencias a la Operación Escorpión en los mensajes. La fiscal repite las referencias y al no encontrar nada de valor en ellas, no se le ocurre otra cosa que la siguiente barrabasada:
—Escorpión es un nombre siniessstroooooo. La denuncia a Hermanos al Rescate es solo parte del paquete.
Expone a continuación una teoría novelera, esbozada anteriormente por Buckner en los argumentos iniciales:
—Se trata de una triple maniobra: acabar con Concilio Cubano, derribar los aviones y aprovechar el regreso de Germán para denunciar a Hermanos al Rescate –dice Heck Miller, con lo que demuestra una vez más el concubinato en que ha caído con la mafia de Miami, único conglomerado humano en el planeta capaz de concebir tal “triple jugada”, como la llaman los fiscales.
La jueza insiste sobre las referencias a la Operación Venecia y la señora Heck Miller menciona el mensaje de un mes antes del derribo, en el que se discute el uso de un avión por Germán, tras el lanzamiento de los volantes que hizo Basulto en enero.
—Si los agentes cubanos hubieran estado en los aviones de Hermanos al Rescate, no habría habido derribo. El mensaje que plantea el perfeccionamiento de la confrontación se refiere a un conflicto –dice y repite que en varios mensajes se nos instruye a no volar en los días del Concilio Cubano.
La jueza le pregunta si hay evidencia de que se haya confirmado que nosotros no volaríamos, y ella acude a un documento con el presupuesto del primer trimestre del 96, que señala reuniones hipotéticamente de Gerardo con Roque y conmigo, el 22 y el 23 de febrero, respectivamente. Ahora va más lejos y mete al control de tráfico aéreo de Cuba en la conspiración: “Las frases que se les indica decir por radio a Germán y a Iselín, en caso de que no puedan evadir un vuelo, indican complicidad de parte de los controladores en La Habana”. Especula sin vacilación para enredarse por varios minutos en un laberinto de balbuceos, medias palabras, mensajes pa’lante y mensajes pa’tras, y este dice y aquel no dice, y Escorpión Venecia Germán Vedette derribo denuncia concilio triple play siniestro castrista doble play y home run, y un saltico pa’llá y por qué Fidel…, perdón, …Castro se reunió con Germán si se trataba de solo un viajecito por Cancún vía Cuba, y el mensaje de reconocimiento que Cuba envía a Many y la respuesta de Many de que es una satisfacción contribuir con un granito de arena a una operación que fue exitosa, y eso nos compromete aun más y por qué –para cerrar con broche de oro– “en su respuesta a la orden de reconocimiento Giro no expresó sorpresa por el derribo”(¡¡¿?!!). Vaya, algo así como:
Compañero General punto gracias por la felicitación punto me sorprende que haya habido derribo punto para la próxima me avisa punto Giro punto Compañeros no punto y coma Hermanos punto final.
Para explicar la referencia al gobierno norteamericano en el mensaje de felicitación a Many, dice que Cuba usualmente vincula a los grupos contrarrevolucionarios con este gobierno. Cuando va a extenderse en este punto, la jueza ya cree haberla soportado lo suficiente: “Por favor, pase a los argumentos legales”, dice, con referencia a la intervención de la señora Golder.
La fiscal alega que la Regla 29 no requiere argumentos legales, porque trata de establecer si la Fiscalía presentó suficiente evidencia para poner el caso a disposición del jurado. No obstante, el aprendiz de brujo Buckner hará el favor a la jueza de molestarse en contestar a estos argumentos.
En una breve intervención, el pupilo de Heck Miller explica que la “Doctrina de actos de Estado” no se aplica a casos criminales, sino que se refiere a la preservación de los derechos del poder ejecutivo sobre demandas compensatorias que se puedan establecer contra otro país; y no hay ningún privilegio constitucional que ampare a un ciudadano para no ser juzgado invocando dicha doctrina.
Por otra parte, la “Doctrina de inmunidad de un soberano extranjero” no se aplica a casos criminales sino solamente a civiles, de manera que las acciones criminales pueden ser tomadas por las Cortes. El señor cita como ejemplo el caso de Noriega, que fue sacado de Panamá, y otro caso cuyo nombre escapa a mis notas. A las 12:50 Buckner se acoge al silencio y la palabra pasa de nuevo a Paul McKenna. Mientras, yo me autofelicito por haber reducido a una hoja y media la hora con cincuenta minutos que tomó la desorganizada verborrea de los fiscales.
Paul comienza explicando que, en el momento de recibirse el mensaje más comprometedor, el que habla de la Operación Escorpión, Gerardo no se encontraba todavía en los Estados Unidos. Con respecto al documento donde supuestamente ellos me informaron a mí que no volara en esos días, firmado por Many (Gerardo) y Miguel, en él no aparece ninguna referencia al nombre de dicha operación. Paul plantea que un caso se puede levantar sobre inferencias razonables, pero la especulación no es suficiente para hacerlo, y de eso se trata el caso de la Fiscalía. No hay ningún aspecto que relacione las operaciones Venecia y Escorpión en la evidencia; y el viaje de Roque a Cuba no es el simple retorno de un agente que pasó por Cancún para llegar a la Isla, como quiere hacer ver la Fiscalía.
Dice McKenna:
—Hay toda una operación en desarrollo que implica una denuncia, reuniones con periodistas, entrevistas a la CNN y al mundo entero, sobre la naturaleza de Hermanos al Rescate y el papel pasivo del FBI alredor de este asunto.
Y agrega:
—De hecho, Roque dio todas esas entrevistas e, incluso, mencionó a Oscar Montoto como el agente del FBI que lo atendió.
La señora Lenard pide una respuesta a los argumentos legales de la Fiscalía.
Y la señora Golder, quien, dicho sea de paso, había estado en Cuba solo unas semanas atrás con una delegación de juristas norteamericanos, explica que ambas doctrinas se refieren precisamente a la justicia criminal, y que los casos civiles nombrados son excepciones. Apunta que el caso de Noriega no fue por un acto de Estado sino por las actividades delictivas de una persona, ajenas a las funciones de un gobierno, y pide a la jueza un tiempo para estudiar el otro caso y enviarle su respuesta. La señora Golder va animándose mientras habla y le van saliendo las emociones:
—Este es un caso único porque se trata de un país que está defendiendo su soberanía y nadie puede negarle el derecho a un país a defenderse.
—¡No fue Cuba la que mandó a alguien aquí para que derribara los aviones de Hermanos al Rescate! ¡Fueron los aviones de Hermanos al Rescate los que fueron allá una y otra vez a violar la soberanía de Cuba! –Y la señora Randy termina en tono vibrante:
—Nadie ha sido nunca en la historia acusado por tal acto de gobierno.
Toca el turno a Norris quien es realmente conciso pero contundente. Ataca la acusación de espionaje diciendo que en toda la jurisprudencia norteamericana no hay un solo caso como este, que lo que la Fiscalía está haciendo es manipular el estatuto para adaptarlo al caso nuestro, sin poder demostrar que este reúne los requerimientos descritos por la ley. Cita un caso que estableció jurisprudencia donde la Corte Suprema indica que, para satisfacer este estatuto legal, es requisito que haya alguna información secreta. Y señala que la Fiscalía está manipulando el concepto de información no pública, para hacerla aparecer como secreta y poder aplicar el estatuto. La transmisión de información clasificada a un poder extranjero es lo que el estatuto define como espionaje, y nosotros ni siquiera hemos obtenido o tratado de obtener tal información.
En diez minutos Norris termina y toca el turno a Joaquín, quien ha puesto una moción para que se retire el cargo de agente extranjero no registrado. También en diez minutos explica que, para ser condenado por esta acusación, debe demostrarse que el acusado conocía el requisito del registro exigido por la ley. Aunque en general el desconocimiento de la ley no exime al ciudadano de su cumplimiento, hay casos atípicos en que algunos acusados han sido exonerados porque el estatuto que se les aplicó no era de conocimiento general, tal como pasa en este caso; y Joaquín cita varios de ellos que han sentado jurisprudencia. Pasa a continuación a atacar el cargo de los documentos falsos.
Jack toma el podio a la 1:25 y retoma los argumentos respecto a nuestra falta de conocimiento del requisito de registro como agente extranjero. Al referirse al cargo de espionaje, el más grave que pesa sobre Guerrero, se remite a la jurisprudencia establecida, y cita un precedente de los años previos a la Segunda Guerra Mundial: el de un ciudadano alemán de nombre Heine, que fue convicto de espionaje y luego absuelto del cargo por la Corte de Apelaciones. Este caso es el más parecido al nuestro en la historia legal del espionaje, dadas las características de la información que Heine enviaba a Alemania y la manera en que la consiguió. Citando otro caso más reciente que motivó comparaciones con Heine, Jack explica que, en ambos, quedó establecida la imposibilidad de aplicar el cargo de espionaje cuando la información conseguida no es calificada confidencial, secreta o estrictamente secreta por el gobierno; por lo que es legal que un ciudadano consiga cualquier otro tipo de información que se tome el trabajo de buscar.
A diferencia de la generalidad de las conspiraciones que necesitan ser demostradas a partir de piezas sueltas, esta tiene un objetivo definido, escrito y repetido varias veces:
—Este objetivo es simplemente buscar indicios de una agresión contra Cuba o de preparación para la misma –dice Jack–. Ese objetivo está claramente consignado en la evidencia y no hay una palabra que se refiera a conseguir información secreta o clasificada. El acusado Guerrero recibe repetidamente instrucciones de conseguir información solamente a través de medios que le son accesibles legalmente –termina señalando el abogado cuando dan la 1:40 p. m. y es la hora del almuerzo.
De regreso a la Corte nos recibe Joaquín con un chiste tomado de la vida real. Resulta que un investigador de su oficina fue a ver a Nazario Sargén para entrevistarlo como testigo potencial de la defensa y le preguntó, entre otras cosas, si él estaba de acuerdo con el terrorismo.
—Bueno –le dijo el jefe de Alpha 66, como la cosa más natural del mundo–, con el terrorismo aquí no estoy de acuerdo. ¡Pero en Cuba sí!
—A ver cómo logro que lo diga aquí –nos dice Joaquín divertido.
A las 3:35 p. m. Jack prosigue:
—No hay evidencia en nuestro caso de que se haya tratado de obtener secretos o información de defensa nacional, tal y como lo define el derecho existente.
Luego alude nuevamente al cargo de agente extranjero y de conspiración para serlo, dice que en una conspiración se tiene que demostrar la mala intención y el deseo de defraudar a los Estados Unidos. Y, en el caso de Guerrero, no se encontró que hubiera asumido una personalidad falsa o haber hecho uso de documentación ilegal.
A las 3:51 viene Philip para defender a tu cónyuge. Después de adoptar los argumentos de los demás abogados respecto a que la Fiscalía no ha demostrado que yo conociera el requisito de registro, se refiere a los actos palpables descritos en el acta de acusación para alegar que yo estaba interfiriendo en las funciones del gobierno. El primero de estos actos palpables es la carta pedida por mí en la oficina de Ileana Ross Lehtinen para que esta hiciera gestiones en la Sección de Intereses de EE. UU. en La Habana, a fin de que Cuba las dejara venir a ustedes. El abogado explica que, a esas alturas, ustedes ya habían sido admitidas en los Estados Unidos y mi único objetivo era mostrar un comportamiento acorde a mi fachada anticastrista:
—Mi cliente ni siquiera se reunió con la congresista –dice Philip–, y la carta fue redactada por alguna secretaria de la oficina de Ileana Ross como otras miles que se hacen todos los años.
El segundo acto palpable que me achacan es el haber tenido entrevistas con el FBI, especialmente con el agente Al Alonzo, con quien, se señala, me reuní en calidad de colaborador. Philip explica que mi único acercamiento al FBI fue para informar sobre transacciones de drogas que me habían ofrecido y, una vez hecho esto, yo no me había acercado nuevamente a la agencia.
—Después fue el FBI el que se aproximó a René para convertirlo en un informante –advierte Philip—. Pero la evidencia demuestra que este se negó a dar información y fue el agente del FBI quien insistió en contactar a González una y otra vez.
El tercer acto palpable es un vuelo en las proximidades del aeropuerto de Homestead, a solicitud de Gerardo, quien había sido informado de un posible movimiento de tropas en la instalación. Mi reporte al respecto señala que, después de ser efectuado el vuelo, no había observado nada anormal en el lugar; y Philip explica que esto no tuvo ningún efecto en relación con las funciones del gobierno norteamericano. Mi abogado ha tomado solo nueve minutos y a las 4:00 p. m. Caroline Heck Miller está lista para refutar las alegaciones de nuestros abogados respecto a los cargos de documentos falsos y agente extranjero no registrado.
El abuso de adjetivos muestra la falta de argumentos:
—La evidencia es aaammmpllliaaa y avasssallladoooraaa –enfatiza con movimientos desmesurados de las manos y estirando el pescuezo hacia la jueza—Es innegable la participación del señor Gerardo Hernández en la conspiración para derribar los…
—Por favor, refiérase a los otros cargos –le corta la jueza, obligándola a devolver el tamaño natural a su cogote, pero Caroline está dotada del don de la elasticidad y solo parece recogerse por un instante para pensar.
—La evidencia es aaaaampliaa y abbrrrumadoooraa –reitera de nuevo los mismos adjetivos con fruición.
Mientras, vuelve a crecer un pie entre los hombros y la coronilla, para volver a acometer el cargo de espionaje con los siguientes argumentos: “Quedó demostrado que Lorient (Antonio) transmitió ¡secretos militares de los Estados Unidos!, de los cuales el hot pad y los mensajes relativos a su seguimiento son el mejor ejemplo, todo lo cual está corroborado en las evaluaciones de Lorient por Allan (Ramón). La descripción de las doce estaciones de trabajo, con una computadora per capita en el edificio de la Fuerza de Tarea Conjunta, no es información pública. El concepto y desarrollo de la idea del reclutamiento en la base de Boca Chica para un trabajo a largo plazo está más que demostrado. El querer saber sobre una posible invasión de los Estados Unidos a Cuba no excluye al acusado del delito de espionaje, y de los elementos que se le dan para evaluar si tal invasión puede tener lugar, solo el último se refiere a fuentes públicas. Finalmente, las frecuencias del remolque de control de aterrizaje no son públicas.
“Respecto al cargo de conspiración para ser agente extranjero sin notificarlo –prosigue la fiscal–, el derecho establecido no dice que hay que probar el conocimiento de la ley por parte del acusado, y únicamente en algunos estados la falta de conocimiento es exculpatoria. En el caso de Heines, el cargo de agente extranjero fue afirmado por la Corte de Apelaciones. Guerrero y González conocían la naturaleza clandestina de su trabajo y, en varios documentos, se dice que el enemigo es el gobierno norteamericano”.
De vuelta al mundo del espionaje, expresa que el Faquir estuvo primero en Panamá y luego en Boca Chica; que juró una lealtad que estaba traicionando al no informar al gobierno su actividad como espía para Cuba.
“El abogado de René González –continúa argumentando la fiscal— está absoluta e irremediablemente fuera de todo foco posible. Sus faroles deben apuntar hacia la farsa que su defendido estaba representando en la comunidad. La piadosa y cristiana Ileana Ross [ quien sueña con ver a Cuba bajo el mar, con todos sus habitantes ] sufrió enormemente al saber que un espía castrista había hecho escribir a su secretaria una carta más de las miles que manda todos los años a la Sección de Intereses. Iselín (René) trató de engañar al FBI y no les dijo quién era. La frase de su informe sobre su primera entrevista con Al Alonzo: ‘Lo corté diplomáticamente, sin cerrar la puerta del todo’, es un ejemplo representativo y fehaciente de sus intenciones para con el FBI. El vuelo por las proximidades de Homestead en sí no tenía relevancia, pero el hecho de que lo hiciera como agente extranjero y bajo órdenes cubanas, lo convertía en un vuelo sumamente mortífero y letal”.
No sé si habré podido reproducir acertadamente la prosopopeya y el derroche de adjetivos y desmesuramiento de la señora Heck Miller. Pero en los cuarenta minutos que tomó su intervención, su tono fue bastante cercano al que te acabo de recrear.
A las 4:40 regresa Norris al podio para refutar los argumentos de la Fiscalía. En siete minutos el abogado repite que usualmente el gobierno ajusta los hechos al estatuto, pero ahora ellos están haciendo lo opuesto, tomando los primeros y arreglando la ley para que se ajuste a los hechos, con el uso de la expresión “información no pública”, que tratan de confundir con el término legal de “secreto” o “clasificado”:
—¿Por qué yo estoy aquí? –pregunta el abogado, para anotarse un buen tanto–. El gobierno ahora quiere hacer creer que con solo saber contar hasta cinco con los dedos, a cualquiera le dan un clearence para acceder a información secreta.
Y Norris observa:
—Pero la realidad es que yo estoy en esta sala porque el primer abogado que le fue asignado a mi cliente no pudo pasar los requerimientos para obtener un clearence y revisar los documentos de este caso.
Norris termina señalando que ahora el gobierno quiere hacer de la naturaleza no pública del hot pad una manipulación y convertir el local en secreto para reunir los requisitos del estatuto de espionaje.
A las 4:47 Joaquín toma la palabra por solo tres minutos, para decir que algunos estatutos federales han excusado a acusados por falta de conocimiento, cuando ese conocimiento no es general.
A las 4:50 habla Jack. Dice que, respecto al Comando Sur y el concepto esbozado por el teniente coronel Winne de que ciertas informaciones secretas se procesan en locales secretos abiertos, esto había sido de conocimiento de los defendidos precisamente aquí, en este juicio. Todos los posibles reclutamientos de que se habla en la evidencia, por parte de Antonio, se refieren a civiles; y él ha estado en Boca Chica por cinco años, ha hecho todo lo que se le ha pedido, ha recibido una y otra vez evaluaciones satisfactorias y no ha sido acusado de espionaje sino de conspiración para espiar.
—¿No ha hecho durante todo ese tiempo lo que se supone que debía hacer? –pregunta Jack.
En cuanto al caso de Heines, el abogado explica que este fue sancionado por otro delito y no por no haberse registrado como agente extranjero.
A las 4:58 mi abogado toma la palabra por solo dos minutos. Repite que fue el FBI quien activamente buscó convertirme en un informante sin lograrlo, que yo siempre rechacé las proposiciones que me hicieron. Como él plantea que la Fiscalía ha fallado en demostrar actos palpables de una obstaculización mía de las funciones gubernamentales, la jueza le pide un memorándum sobre casos precedentes que confirmen sus aseveraciones, y Philip acepta.
A las 5:00 p.m. la honorable señora Lenard dice que se reservará el dictamen sobre las mociones presentadas. Pide del gobierno una respuesta escrita sobre cada una para el próximo lunes 12, y mi abogado aprovecha para tomar ese tren: pide a la jueza también plazo hasta el lunes para presentar su memorándum. Lenard se lo concede y al fin termina otro día maratónico del juicio. Otro día más que habíamos supuesto que pasaría como un soplo.
Todo esto te lo estoy contando ni más ni menos que el sábado 10 de marzo, aniversario infausto en la historia de Cuba. Son las 10:53 a. m. y hace justo un rato abandoné el teléfono, después de haber estado marcando tu número durante cuarenta y cinco minutos sin conseguir la conexión. No tengo que decirte cómo estoy de humor en este momento.
Mientras tanto, sigue la rapiña con el tesoro cubano que ha originado precisamente estas complicaciones telefónicas. Pero esa parte de la historia se desarrolló ayer y no voy a entrar en ella hasta que corresponda cronológicamente. Por lo pronto vale la pena recordarlo, para no olvidar nuestro deber de mantenerlos siempre a buen recaudo en este lado del estrecho de Florida, y que no vayan con su dinero y su avaricia a hacer con Cuba lo que están haciendo ahora, como tiñosas, con lo que queda de la Isla en los bancos norteamericanos.
Antes de pasar al martes 6 de marzo conviene echar un vistazo a lo que pasó en la audiencia al discutir la llamada Regla 29.
En primer lugar lo que impone esta regla es la discusión de si el gobierno, desde el punto de vista más favorable, presentó suficiente evidencia como para sostener los cargos contra los acusados. En otras palabras, la Fiscalía tiene parte de razón cuando dice que la discusión legal en sí no es parte de esta Regla 29.
Si analizamos el cargo de asesinato, este es el más favorable para nosotros. Paul pudo argumentar exitosamente que la Operación Venecia estaba en marcha mucho antes de que se hablara de la Operación Escorpión; que los mensajes relativos a esta última no hacen ninguna referencia al derribo de los aviones; y que, en último caso, cualquier referencia a algún conflicto potencial apunta a aguas jurisdiccionales cubanas. En cuanto a los argumentos legales esgrimidos por la señora Golder, son aplicables en este caso porque se trata de argumentos de jurisdicción, o sea, de si esta Corte puede ventilar el caso o no. De imponerse estos últimos sobre los de Buckner en el sentido de que las doctrinas invocadas por Randy Golder solo se aplican a casos civiles, sus argumentos tendrían peso en la decisión de la jueza.
La fiscal Heck Miller, por su parte, no puede haber defendido mejor un caso tan malo. Ha sido bastante hábil en confundir la Operación Venecia y la Escorpión, haciendo muy buen uso del mensaje de felicitación que ubica la acción de ambas alrededor del 24 de febrero del 96. El abuso del elemento especulativo podría pesar en su contra, aunque tampoco se puede restar importancia a la habilidad con que mezcla dichas elucubraciones con los textos de la evidencia y hace uso de sus pa’trás y sus pa’lantes para confundir a su audiencia. La parte más vulnerable sería el demostrar que a Gerardo le hubiera pasado por la cabeza que habría un derribo y, de haberlo concebido así, que tuviera razones para creer que ocurriría en aguas internacionales, algo que la señora Heck Miller considera incontrovertible, absoluta y abrumadoramente demostrado, lo que, por el contrario, no ha pasado hasta ahora.
Respecto al cargo de espionaje, creo que las cosas terminaron para nosotros mejor de lo que comenzaron, y la mejor interpretación es la que hace Norris al decir que la Fiscalía ha dado tantas vueltas al estatuto para adaptarlo a la evidencia, que ya nadie recuerda cómo comenzó todo esto. El exceso de adjetivos denuncia la falta de confianza de los fiscales en el cargo y viene a suplir todas las metamorfosis que ha sufrido su teoría desde que fuimos arrestados. Primero el Faquir fue arrestado antes de que pudiera cumplir su objetivo de obtener la información secreta, que estaría albergada en el edificio 1125 poco después de su arresto; luego resulta que ya la información había estado allí; y sus descripciones del edificio, antes de ser cerrado, no eran más que el preámbulo para obtener la información clasificada. En fin, este cargo se torna cada vez más turbio para la Fiscalía.
En cuanto al resto de los cargos, nuestros abogados los están refutando. Siempre hemos considerado que el juicio se apoya esencialmente en las acusaciones que tan vilmente se han armado para manchar a nuestro país con la acusación de espionaje y de asesinato.
La decisión de la jueza de reservarse el dictamen de las mociones, nos ha parecido la más lógica, porque esta decisión tiene mucho peso y se debe basar en un estudio muy profundo de las mismas.
Así las cosas, a nosotros no nos extrañaría que en estos días se produjera el milagro de que Lenard revoque alguno de los dos cargos más serios. Si esto no se produce, las mociones serán renovadas nuevamente, una vez que la defensa termine su caso y antes de pasar a las deliberaciones del jurado.
Pase lo que pase, no está de más que te repita lo que otras veces: para nosotros lo más importante es que se diga lo que se tiene que decir en el juicio, y si tanto la jueza como el jurado demuestran capacidad o no para impartir justicia, está en segundo plano.
También hay que decir que el juicio ha marchado como lo quisimos desde el principio. El resto está por verse, a partir de la presentación de nuestro caso, con el que continúo sin dilación con el recuento del martes 6 de marzo de 2001.