No son muchos los pueblos que pueden encontrar su alma en la vida de un héroe, o mejor aún, en la de un ser humano que con sus actos alcanzó una altura ética capaz de iluminar toda una nación. No son muchos los pueblos que tienen como guía espiritual a un hombre como José Martí. Somos dichosos de vivir en la tierra que lo vio nacer, fraguar su carácter revolucionario, apropiarse de la justicia y realizarla, ascender a la inmortalidad.
Es Martí un misterio, decía Lezama Lima, pero no indescifrable o alejado de la vida material; es un misterio desafiante, que con una sencillez extraordinaria, te lleva de la mano por la inmensidad de la vida, por las cosas más puras y sensibles que definen a un ser humano: el amor, la justicia, la ética y la verdad. No en balde Gabriela Mistral lo definió como el hombre más puro de la raza. Seguir leyendo